El paro, pese al paréntesis de abril, no cesa de aumentar. Se ha hecho una reforma laboral y ahora se pacta otra en la negociación colectiva. Lorenzo Serrano, experto del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas, reflexiona sobre las causas y las posibles soluciones a este drama.

Tras una EPA, la del primer trimestre, catastrófica, el paro registrado en el INEM ha bajado en abril la cifra más elevada desde 2006. ¿Podemos decir, como afirma el Gobierno, que es el inicio de la recuperación del empleo?.

Ojalá lo fuese. Sí es cierto que el paro de abril es muy distinto del del primer trimestre de la EPA, que fue muy malo. Las dos cosas están relacionadas con la estacionalidad. El primer trimestre suele ser más malo en términos de mercado de trabajo y si la Semana Santa cae en abril lo es todavía más. Si no cae en abril, beneficia al primer trimestre. ¿Hay cambio de tendencia? Solo con el dato de un mes no se puede decir. Habrá que ver qué sucede en los próximos meses. Lo previsible es que el segundo y tercer trimestres sean mejores que el primero, pero ese es el patrón de todos los años.

La Comunitat Valenciana, pese a su gran dedicación al turismo, ha sido la autonomía con menor descenso del paro en abril, un mes que este año acogía la Semana Santa. ¿Por qué le cuesta tanto a la autonomía reducir el paro?

De la misma manera que tuvo en el pasado crecimientos de empleo mayores que en otras zonas de España que no estaban tan vinculadas a la construcción, el sector inmobiliario y la industria de materiales de la construcción como la cerámica, ahora se está viendo más afectada por su propia estructura productiva.

¿Cómo puede salir de esa dinámica?

Contribuirá mucho que finalice el ajuste en todos esos sectores, pero, por otra parte, tendrá que buscar el desarrollo de otros sectores con mayor potencial de crecimiento que absorban ese empleo. Cuando la construcción se recupere, no es previsible que alcance los niveles [de empleo] tan elevados que vimos.

¿Cree recuperable el cien por cien del empleo que teníamos en la etapa de bonanza?

En los mismos sectores, no. De ahí la importancia de buscar alternativas.

¿Cree usted que la Generalitat podría haber hecho algo más para frenar la sangría laboral?

En general, ha habido una respuesta tardía a todos los niveles ante la crisis en España. En cualquier caso, una parte importante del problema está relacionado con las reglas, con cómo funciona el mercado de trabajo.

El problema es que, a la vuelta de las elecciones, va a ser indispensable un adelgazamiento laboral en la Generalitat y en algunas empresas públicas como RTVV.

Los próximos ejercicios van a ser complicados en términos presupuestarios para las administraciones públicas. Hay que reducir el déficit, los ingresos no subirán mucho y eso exigirá ser especialmente cuidadoso con el gasto. Lo que no sé es si afectará al empleo, porque en los presupuestos hay muchas partidas. Las opciones son diversas y cada Gobierno hará su elección.

Los sindicatos aseguran que la reforma laboral no ha servido para crear empleo. ¿Comparte usted esa opinión?

La reforma laboral ha sido muy parcial. Sólo ha tocado un aspecto, y de manera parcial, que es modificar las condiciones de los despidos en cierto tipo de contratos. No ha tocado cuestiones muy importantes como la negociación colectiva. Asimismo, en cuanto a los tipos de contratos, la reforma podía haber sido más ambiciosa. Supongo que la mayor parte de la ciudadanía estaría de acuerdo en que lo que era el antiguo INEM sería necesario que mejorara su funcionamiento, porque son muy importantes las políticas activas de empleo que formen realmente a los parados y les preparen para que sean más empleables, como sucede en otros países.

El modelo alemán, que privilegia las suspensiones de empleo y las reducciones de jornada y liga la subida salarial a la productividad, se mostrado muy eficiente. En España, por contra, los empresarios optan mayoritariamente por los despidos y la inflación rige los sueldos. ¿Es exportable a España el modelo germano?

Al menos, elementos importantes de ese modelo deberían ser exportables. España es diferente, pero no tanto. Adaptarnos a ese modelo exigiría unos cambios muy importantes en las relaciones laborales, en la regulación y en la negociación colectiva. Contribuiría a reducir el paro y lo que es una lástima es que hubiera contribuido mucho a que no llegáramos a los niveles de paro que tenemos. En España, las empresas han optado por los despidos como vía de ajuste y con el modelo alemán hubieran optado por otras alternativas, como la reducción de jornada, que suponían poner el acento en los horarios y el sueldo en lugar de en el empleo. Eso nos hubiera ahorrado un montón de despidos.

Sindicatos y patronal siguen sin cerrar la reforma de la negociación colectiva. ¿Qué cuestiones cree usted que deben ser irrenunciables en esa reforma?

Lo que tiene que conseguirse es que la negociación deje de estar centrada fundamentalmente en el crecimiento del salario y pase a contemplar otras variables muy importantes para el funcionamiento de la empresa, como son la organización del trabajo o la productividad. También es importante que haya posibilidades de descuelgue, que los convenios no se conviertan en una barrera rígida que sea insoportable para algunas empresas de esos sectores. El objetivo final es que lo que se negocie esté más próximo a las condiciones de cada empresa, de tal manera que sea posible que las empresas mantengan su funcionamiento y el empleo incluso en situaciones de crisis, porque puedan adaptarse a esa nueva coyuntura.