La crítica situación de Grecia un año después de recibir la ayuda internacional, lejos de remitir, se ha agravado y amenaza con provocar nuevas divisiones en el seno de la Unión Europea respecto a la posibilidad de conceder créditos adicionales al país, más allá del rescate de 110.000 millones. Precisamente, el Gobierno de Atenas reconoció ayer que estudia negociar un nuevo paquete de rescate externo para librarse de la quiebra.

Pero por si fuera poco, también ayer las agencias Standard&Poor's (S&P) y Moody's decidieron poner más incertidumbre en los mercados. S&P volvió a rebajar la calificación de la deuda griega a largo y corto plazo dos escalones y además anunció que la mantenía bajo vigilancia negativa, lo que significa que podría volver a rebajarla. Moody's, por su parte, anunció que la ponía "en examen para una posible rebaja".

El reconocimiento de que Grecia no podrá comenzar a financiarse en el mercado a partir de 2012, como había sido acordado en su día, debido a los prohibitivos intereses que se siguen pagando por su deuda, ha abierto el debate sobre cuáles son los pasos a seguir para evitar que este nuevo capítulo en la crisis fiscal de la zona euro desemboque en un drama de peores consecuencias.

Los ministros de Finanzas de Francia, Italia, Alemania, España y Grecia se reunieron el pasado viernes en Luxemburgo con el presidente del Banco Central Europeo, el presidente del Eurogrupo y el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios para tratar el asunto.

El encuentro, que había sido organizado por Francia y Luxemburgo como una cita secreta, salió a la luz debido a una información publicada en el portal digital del semanario "Der Spiegel", en la que se sostenía que Grecia barajaba abandonar el euro.

El comisario europeo de Competencia, Joaquín Almunia, aseguró ayer en Madrid que "nadie va a abandonar el euro" y consideró lógico que las instituciones europeas y los países involucrados en los rescates pidan explicaciones ante posibles modificaciones.

La salida de Grecia del euro también ha sido tajantemente desmentida por los asistentes a la reunión del viernes, aunque la propia celebración del encuentro supone reconocer que el programa acordado hace un año no ha funcionado y que la situación de la economía griega será un problema tanto para la zona euro como para su