Rafael Cortés García vivió gran parte de su vida, voluntariamente, a la sombra del brillo de su hermano Pedro, un personaje mediático por su implicación en el mundo del fútbol. Pero en los negocios "siempre fuimos al cincuenta por ciento. Tantas acciones él, tantas acciones yo. Y todas las decisiones las tomábamos al unísono" recordaba ayer el ex presidente del Valencia. Rafael falleció ayer a los 64 años y deja esposa y dos hijas.

Rafael y Pedro Cortés inventaron un nuevo concepto en el transporte de mercancías: el servicio urgente. Se criaron a la sombra del abuelo Rafael y de su empresa, la Agencia Levantina de Transportes, con la que ora conducían, ora subían paquetes al piso tal sin ascensor. Después emigraron a Alemania, donde pasaron los años sesenta. Al regreso es donde descubrieron que una agencia de desplazamiento rápido podría ganar la partida a los servicios de paquetería convencionales, tanto de carretera como de ferrocarril. Donde antes se tardaban tres horas, la idea era entregar al día siguiente. Así nació el Servicio Urgente de Transportes, que posteriormente se transformó en Seur, cuya presidencia ostentaba Rafael y la copropiedad junto a su hermano. Una empresa que fue ampliando su radio de acción y se extendió por el extranjero.

Fue accionista del Valencia, pero siempre con una cantidad modesta. Nunca sonó para ser del consejo. Siempre gozó con ese segundo plano. El mismo que le llevó a ser vicepresidente de la falla Convento Jerusalén durante veinte años. Una comisión que presidió el abuelo Rafael y donde la tía Lola fue la primera fallera mayor tras la guerra.