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La piedra angular de 2012 será el sector que está en el origen de todos los males que aquejan al mundo desde el inicio de la crisis en 2007: las finanzas. Como afirma el presidente de la patronal autonómica Cierval, José Vicente González, si se libera el crédito se habrá dado el primer paso para empezar a salir de esta segunda recesión.

El Gobierno ya lo ha anunciado y no hay duda de que la banca va a vivir en los primeros meses del año la largamente anunciada segunda ola de reestructuración. Habrá más fusiones. El catedrático de Análisis Económico de la Universitat de València, Joaquín Maudos, considera que el anuncio del Gobierno de una mayor exigencia de provisiones por los activos tóxicos inmobiliarios (hasta 50.000 millones de euros) conllevará ineludiblemente la absorción de aquellas entidades más débiles, dado que el Ejecutivo ha descartado la creación de un banco malo y pretende que los bancos extraigan esas dotaciones de sus beneficios.

Tanto Maudos como González consideran una excelente noticia la decisión del Banco Central Europeo (BCE) de inyectar liquidez en las entidades por valor de medio billón y coinciden en que debe haber una segunda ronda, porque la mayor parte de la primera ha ido a fortalecer a los bancos más que a dar vida financiera a empresas y familias. El presidente de la patronal valenciana es contundente al respecto y reclama que la autoridad monetaria europea imite a sus homólogas de Reino Unido y Estados Unidos y «ponga en marcha la máquina de hacer billetes» para afrontar la crisis de la deuda y ayudar a que fluya el crédito. Es cierto que se puede generar inflación, pero también que el descenso de la actividad económica está conteniendo mes a mes los precios.

De lo que no duda González es de que «o arreglamos la situación del crédito, o vamos a ir cada vez peor». El problema, como añade el también investigador del IVIE Joaquín Maudos, es que «vamos a otra recesión, va a haber más paro y, por tanto, seguirá aumentando la morosidad, lo que hará que los bancos reduzcan sus créditos por miedo a los morosos». Así que la perspectiva es poco alentadora. Y todo ello sin tener en cuenta que «la crisis del euro aún no se ha resuelto; todavía no sabemos cómo quedará la quita a Grecia y eso tendrá un efecto sobre la banca española». Tampoco ayuda que ni el cambio de Gobierno ni las nuevas y duras medidas de ajuste hayan relajado la prima de riesgo del país.