El futuro sustituto de Rodrigo Rato al frente de Bankia es José Ignacio Goirigolzarri, un hombre que acordó con el BBVA, en el 2009, una pensión vitalicia de más de tres millones de euros anuales brutos. Hace tres años, el vasco, por entonces de 55 años, firmó una millonaria jubilación anticipada para la que la entidad financiera había reservado un fondo que ascendía a 52,49 millones.

Las cifras de su jubilación produjeron una amplia e indignada respuesta social, desde grupos políticos a agrupaciones sindicales. Incluso Cristobal Montoro, entonces portavoz económico del PP y hoy ministro de Hacienda, señaló que "choca en el contexto de crisis como el actual conocer la magnitud de las cifras".

El futuro presidente de Bankia estuvo ligado al BBVA durante 30 años, los últimos ocho como consejero delegado, a la sombra de su actual presidente Francisco González. Precisamente, su salida se produjo justo después de que el consejo de administración de la entidad renovara a González como número uno y frustrara sus aspiraciones de ascender a lo más alto.

Tres años después lo ha conseguido en Bankia, donde podrá poner en práctica su forma de entender el sistema financiero. Del blog que regularmente actualiza, se desprende que no siente afecto por las influencias políticas en la gestión de los bancos, porque una gobernanza profesionalizada, escribe, "conlleva Consejos que no se definan por cuotas políticas de poder (como estamos viendo en tantas ocasiones), y una dirección en la que los organigramas de acogida no deben tener cabida". Una crítica que encaja a la perfección en una entidad tan politizada como Bankia.

Del Banco Bilbao al BBVA

José Ignacio Goirigolzarri nació en Bilbao en 1954 y es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Deusto. En 1978 ingresó en el Banco de Bilbao como analista de planificación estratégica y diez años más tarde formó parte de BBV-Holding, una sociedad que desembocó en la fusión del Banco de Bilbao con el Vizcaya.

Tras el anuncio de fusión del BBV y Argentaria en 1999, fue nombrado miembro del comité de dirección de BBVA y responsable de Latinoamérica; y en abril de 2001, director general del Grupo BBVA. Su designación como consejero delegado del BBVA se produjo en diciembre de 2001 y, en cumplimiento de las incompatibilidades establecidas por el banco, abandonó los consejos de administración de Repsol y Telefónica en 2003. Entre sus éxitos se encuentra la campaña de "el Libretón", un producto que logró la captación de 750.000 nuevos clientes mediante regalos y sorteos.

Con la marcha de Goirigolzarri se acababa la etapa en el BBVA de los "Neguri", nombre con el que se conocía a un grupo de accionistas históricos de la entidad en los tiempos de Banco Bilbao Vizcaya, y que fue desapareciendo al ritmo que los directivos de Argentaria, entre los que surgió Francisco González, iban logrando más y más poder en el BBVA.

Desde su salida, Goirigolzarri no se ha desvinculado por completo del mundo económico ya que preside la Fundación Garum, con la que pretende dinamizar el tejido emprendedor español.

El vasco ha sido propuesto por el mismo Rato porque la considera "la persona más adecuada para liderar el proyecto en estos momentos". Hace un par de meses, Goirigolzarri se mostraba escéptico sobre las posibilidades reales de una reforma del sistema financiero como revulsivo para hacer circular el crédito porque, según él, hay que ser "más precisos y realistas" en los objetivos.

Uno de los puntos a los que más importancia otorga es que sólo se dé crédito a empresas productivas: "un valor correcto de los activos y la consiguiente capitalización, liberará fondos y capacidad de préstamo (anteriormente dedicados a financiar activos improductivos) que podrían ser destinados a empresas viables y con futuro".