Recordó hace varios días el ministro de Hacienda, Cristobal Montoro, la frase de Benjamin Franklin de que la muerte y los impuestos son lo único seguro en la vida. Sin embargo, lo de la fiscalidad va por barrios, especialmente si uno cuenta con asesores profesionales que busquen fórmulas para reducir la carga tributaria. Es lo que logran la mayoría de las grandes compañías españolas con beneficios. Los técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha) denunciaron ayer que las grandes mercantiles pagan de media hasta cinco puntos menos del Impuesto de Sociedades que las pequeñas y medianas empresas debido a las excesivas facilidades" para "minimizar e incluso eludir" el pago de sus obligaciones fiscales. Los técnicos consideran que las compañías de mayor facturación cruzan en muchas ocasiones "la delgada línea roja que existe entre la elusión -uso abusivo de los instrumentos legales- y la evasión de impuestos".

La clave de la menor tributación está en el uso de las distintas deducciones y bonificaciones que permite la legislación, cas siempre ligadas a políticas de inversión. Así, mientras en 2008 las microempresas pagaron de media un 22 % del Impuesto de Sociedades, grandes compañías entre las que figura las 105 mayores entidades de crédito, disfrutaron de un tipo efectivo de apenas el 16,08 %, casi seis puntos menos. Ante las perspectiva de nuevos ajustes como consecuencia de los objetivos de déficit impuestos desde Bruselas, Gestha propuso ayer modificar la ley para crear un nuevo tipo impositivo del 35 % para empresas con bases imponibles a partir del millón de euros de beneficios. La medida, según Ghesta, permitiría recaudar 13.900 millones de euros adicionales cada año fiscal además de reducir las distancia con el tipo efectivo de microempresas y pymes.

El presidente de Cepymev, Salvador Navarro, recordó que las pymes aportan el 78 % del empleo en España y pidió una rebaja del tipo nominal de Sociedades. "Pese a que el tipo impositivo nominal es inferior para las pymes y micropymes, el aprovechamiento de deducciones -muy a medida de las grandes empresas- permite que éstas acaben tributando a un tipo efectivo real inferior a las de menor tamaño, y supone, un agravio comparativo y una merma de competitividad para las pymes y micropymes españolas.