La crisis es universal, aunque tiene tendencia a ensañarse con los más débiles. Hay ricos -sobre todo, ricos nuevos- que han perdido buena parte de su patrimonio, pero los que menos se beneficiaron de los años de bonanza son en conjunto los más perjudicados. Siempre es así. No obstante, esta inacabable recesión está golpeando de una manera especial a las clases medias, consideradas el elemento definitorio del desarrollo de un país, cuando ascienden, pero también del retroceso, cuando se empobrecen. En esas estamos. Un dato ilustra con claridad esta situación: El 40 % de los usuarios de Cáritas se declaraba hace no mucho como de clase media. La entidad humanitaria ha pasado de atender a 400.000 personas en 2007 a superar el millón en 2011. ¿Qué está pasando con aquella ciudadanía empobrecida que se incorporó al desarrollo económico en los años sesenta y que fue progresando década a década hasta alcanzar la prosperidad de los años previos a la crisis? ¿Va camino del declive?

El director del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), Francisco Pérez, considera que "se percibe un oscurecimiento del horizonte de progreso, aunque de ahí a hablar de declive hay un paso". En su opinión, el estancamiento es evidente y pone como ejemplo el hecho de que el Producto Interior Bruto (PIB) por habitante en la Comunitat Valenciana es similar ahora al de hace diez años. Por tanto, esa expectativa consustancial a la clase media del mantenimiento de su estatus y, sobre todo, de una mayor prosperidad se ha desvanecido. Ahora la lucha se dirige a evitar la caída, es decir, a engrosar las filas cada vez más numerosas de los pobres.

Son varios los efectos de la crisis que han conducido a esta situación desesperada. El paro está a la cabeza de todos ellos, porque, como apunta Pérez, "el empleo y los salarios son de donde viene el bienestar de la sociedad". El desempleo afecta a cerca de cinco millones de españoles de todos los ámbitos sociales. Familias enteras llevan años sin nadie que trabaje. Los ancianos empiezan a abandonar las residencias para volver a vivir con la familia y para que la familia viva de sus pensiones. Sectores laborales sustanciales para el concepto de clase media, como el de los funcionarios, han visto reducido sus sueldos y, en el caso de muchos interinos, su puesto de trabajo. El director del Ivie destaca otro componente relevante: El ahorro acumulado. En el primer trimestre del año los españoles gastaron más de lo que ingresaron, lo que indica que tiraron mano del ahorro. Además, el patrimonio inmobiliario por habitante ha caído sustancialmente entre 2007, primer año de la crisis, y 2010, según el Barómetro Social de España, que sitúa en 83.969 euros el dato del primer año y en 65.555 el del segundo. También el patrimonio financiero se ha encogido en estos años, al pasar de 33.869 euros en 2007 a 28.592 en 2010.

Así que los datos ofrecen un panorama ciertamente inquietante, que alcanza cuotas de escándalo en una Comunitat Valenciana que se puso las botas de ladrillo en aquella época del esplendor. Sin embargo, Pérez considera que hay que tener en cuenta otros factores. "Las condiciones reales de vida dependen de otros aspectos donde el deterioro no es tan grande". Así, asegura que "hay cosas que no están en el PIB pero que forman parte del bienestar" y cita, a pesar de los recortes llegados y por venir, el acceso a la sanidad o la educación. "La esperanza de vida no ha descendido", apunta antes de añadir que China puede estar viviendo un aumento espectacular de las clases medias [en términos macroeconómicos], pero puede que muchos ciudadanos no se beneficien por sus condiciones laborales o la imposibilidad de acceder a una sanidad universal". Dicho lo cual salta como un resorte la idea de si la reforma laboral, la reducción de los salarios y los ajustes del Gobierno en el sector público no serán el camino que nos conduzca al presente del gigante asiático.

Afortunadamente, el director del Ivie se mostró convencido de que, pasados los ajustes, el país volverá al crecimiento e, instalado en esa vía, "la riqueza se recuperará", aunque hallamos perdido una década. Sería muy deseable un acierto en el pronóstico, porque, más allá de la redistribución del peso de las clases medias a nivel mundial fruto de la globalización -Occidente pasará de representar el 64 % del consumo total en 2009 al 30 % en 2030 en beneficio de Asia, Latinoamérica y África- , no falta quien recuerda que el declive de las clases medias en el hemisferio norte puede socavar las bases sobre las que se asienta la democracia y desembocar en una crisis social y política como la que llevó al abismo en los años treinta del siglo XX.