Bankia comunicó el pasado 7 de noviembre a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que el próximo lunes no podrá hacer efectivo el abono anual de intereses previsto para ese día de una emisión de obligaciones subordinadas especiales cuyo saldo vivo en manos de inversores asciende a 298,4 millones de euros. El motivo, como ha sucedido con otros productos híbridos comercializados por las cajas -principalmente Bancaja y Caja Madrid- que fundaron la entidad en 2010, no es otro que el banco se encuentra en pérdidas, una eventualidad que estaba contemplada en el folleto de la emisión. La entidad financiera aclara que el pago de los intereses -en total 13,8 millones- queda diferido a cuando la misma vuelva a obtener beneficios.
La decisión de la caja ha generado un gran malestar entre los inversores valencianos de este producto -algunos de la comarca de La Ribera-, que no pueden venderlo porque en el mercado secundario, donde cotiza, sufrirían unas pérdidas de aproximadamente el 40 %, pero que confiaban en percibir los generosos rendimientos que comportaban haber participado en esta emisión. Según las fuentes consultadas, entre los afectados se encuentra el empresario Arturo Torró, también alcalde de Gandia, cuyo grupo de empresas habría invertido en conjunto 22,7 millones de euros que deberían haberle reportado unos ingresos este año cercanos a los 1,2 millones. Otro empresario, cuya identidad no ha trascendido, habría arriesgado en torno a los 4,5 millones. Con cantidades sensiblemente inferiores se hallarían también algunos exaltos directivos de la antigua caja de ahorros.
La emisión la efectuó Bancaja Emisiones en noviembre de 2004 por un importe total de 500 millones, a cotizar en Euronext Amsterdam y con un tipo de interés que es del 4,625 % hasta el 17 de noviembre de 2014 y del euríbor a doce meses más 217 puntos básicos a partir de esa fecha. Bancaja Emisiones formó parte del Banco Financiero y de Ahorros (BFA), constituido por la caja valenciana y otras seis entidades de ahorros en 2010 y, al año siguiente, con la segregación de negocios para la constitución de su filial Bankia, entró a formar parte de esta última. El pasado 8 de octubre, la agencia Moody's rebajó a C , es decir, bono basura, la calificación de la deuda subordinada emitida por Bancaja Emisiones. Las obligaciones subordinadas son un producto de renta fija a largo plazo -en el caso de los empresarios valencianos citados vencen, según los casos, en 2016 o 2018- que cuentan con una alta rentabilidad, aunque también con un elevado riesgo y una baja liquidez. Es deuda de peor calidad que los bonos ordinarios o los pagarés, con lo que en caso de quiebra cobran por detrás de estos. Con matices, se trata de un producto similar a las participaciones preferentes, en las que han quedado atrapados, en este caso, una gran cantidad de pequeños ahorradores, que tampoco encuentran en el mercado secundario un comprador que no les obligue a padecer unas pérdidas enormes.
Pérdidas millonarias
Antes de su nacionalización, Bankia anunció que había ganado 309 millones en 2011. Las cuentas reales fueron unas pérdidas de 2.979 millones. En los nueve primeros meses de 2012 los números rojos han aumentado hasta los 7.053 millones. La entidad pidió un rescate por importe de 19.000 millones y ha presentado ante la Comisión Europea un plan de recapitalización para que le sea concedida la ayuda. El banco, que no quiso pronunciarse sobre el mencionado caso de las obligaciones subordinadas al ser preguntado ayer al respecto por este diario, prevé que ese plan contemple soluciones tanto para este tipo de producto como para otros como las preferentes.