La Generalitat va a tener que afinar en el pliego de condiciones para la privatización de la gestión de la Ciudad de las Artes y las Ciencias si quiere aminorar la carga financiera que ahora le supone el complejo de ocio. La empresa pública Cacsa pierde de media anualmente más de 50 millones de euros que, de forma periódica, desequilibran sus balances, lo que obliga a la Administración autonómica a tener que hacer desembolsos vía ampliaciones de capital.

En principio, la privatización del Museo de las Ciencias, l'Hemisfèric, el Ágora y el Umbracle, además de la ya experimentada en el Oceanogràfic, debería tener como objetivo profesionalizar la gestión para mejorar los rendimientos económicos del recinto. No obstante, la obtención de beneficios económicos no será un elemento prioritario en los pliegos de condiciones, que primarán también la capacidad de atraer visitantes e ingresos para la ciudad de Valencia. Esta es una de las razones por las que los borradores del pliego de condiciones que está elaborando Deloitte para la Conselleria de Economía contemplan excluir del contrato las tareas de mantenimiento de los edificios. La complejidad técnica de esta labor y su elevado coste explicarían esta decisión.

El personal no explica el agujero

De hecho, aunque Cacsa ha ejecutado hace varias semanas un Expediente de Regulación de Empleo y ha reducido su plantilla, los gastos de personal no explican especialmente los números rojos. El año pasado ascendieron a 10,5 millones de euros y para 2013, el presupuesto de gastos de personal asciende a 6,7 millones de euros.

Los desequilibrios en la cuenta de pérdidas y ganancias hay que buscarlos en otros gastos de explotación como servicios exteriores (este año será 26,7 millones) en la amortización del inmovilizado (depreciación de los inmuebles, que representa 20,8 millones) y en los gastos financieros derivados de su elevado endeudamiento. Solo en 2013, Cacsa pagará más de 30 millones de euros en intereses.

La Generalitat presupuesta desde hace cuatro años beneficios para Cacsa en previsión de la venta de unas parcelas anejas para las que no encuentra comprador. En 2012, la previsión era de unos beneficios de 199,9 millones y el resultado real fueron unas pérdidas de 58,9 millones.