El éxtasis colectivo estalló ayer en Alfafar durante una ceremonia de inauguración de Ikea Valencia medida al milímetro y que ofreció, de principio a fin, una lección magistral de marketing. El delirio rozó lo imposible cuando las más de mil personas que desde primera hora de la mañana algunas desde días antes aguardaban a las puertas bajo un sol de justicia pudieron, por fin, entrar a la tienda.

Abría la comitiva Iván, el vecino de Alfafar que consiguió el premio de 500 euros hacía cola desde el viernes para ser el primero con el que tenía pensado comprar «unas cortinas» para su madre y «una habitación» para su hermana. El joven entró llorando a lágrima viva y jaleado por los centenares de trabajadores e invitados que le hacían pasillo entre un continuo agitar de banderitas suecas y una lluvia de confeti con los colores de la multinacional. Una vez dentro, los pasillos pronto se llenaron de curiosos y clientes tan ávidos de compras que las colas enseguida se trasladaron a las cajas abiertas y a los mostradores habilitados para obtener la tarjeta de fidelización.

«Estamos asustados admitían unas empleadas del área de Logística porque, aunque sabíamos que iba a venir muchísima gente, esto es como una invasión. Y parece que va a ser así todos los días, con lo que nos quedan por delante muchas jornadas de reponer productos como locas». La previsión era recibir a 50.000 personas. Las afluencia masiva de público, que se prolongó durante todo el día, no llegó a colapsar los nuevos accesos, que permanecieron vigilados por un dispositivo especial de tráfico. Se espera que la llegada de clientes se mantenga en los mismos niveles durante varios días.

Desayuno y «mascletà»

Pero la jornada empezó mucho más pronto. A las 8 de la mañana ya estaban dentro de la tienda las autoridades y los invitados, procedentes de las empresas que, de una forma u otra, han colaborado en la construcción del establecimiento o en la ejecución de los nuevos accesos. Los presentes fueron agasajados con un desayuno mitad sueco mitad valenciano durante el que Carolina García, directora de la tienda, y Belén Frau, directora general de Ikea Ibérica, admitieron que la Comunitat Valenciana «siempre ha tenido un valor estratégico» para la multinacional.

El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, también asistió, así como el alcalde de Alfafar. El responsable del Consell y los integrantes del PP que le acompañaban fueron abucheados cuando salieron a contemplar la «mascletà» que disparó Europlà.