El miércoles toca a su fin este 2014, esa clásica temida fecha que nos empuja irremediablemente a que estos últimos días del año se conviertan en un verdadero examen de los propósitos bienintencionados que nos hacíamos hace casi ya 365 fechas. Han pasado 12 meses desde las pasadas uvas, con sus idas y venidas mediante, con la energía arrolladora del cambio durante los primeros días de enero, y con otros en los que volvimos a ser lo que siempre fuimos. Y también con eventos inesperados que nos hicieron renunciar a ciertas cualidades de ese otro yo tan prometedor del 1 de enero.

Altibajos e impulsos que mueven nuestras voluntades, y con ello el mercado, que se frota las manos ante la llegada de esta sucesión de fechas marcadas con rojo en el calendario, una agitación adicional de la actividad comercial tan desgastada por barrios durante esta crisis. Porque a esos días de tradición anglosajona y que empiezan a importarse dentro de nuestras fronteras, como el Black Friday o el Ciber Monday, sin respiro llega la Navidad, y después las rebajas. Y entre ellas, eso que hacemos siempre, como animales racionales que caen en sus propios errores y hábitos de forma cíclica: nuestros propósitos de año nuevo. Necesitamos una fecha en el calendario que nos dé el empujón al cambio personal.

La estadística dice que la mitad o más de nosotros estará pensando mientras sostiene el cava de Nochevieja en perder peso, hacer ejercicio, comer más sano o dejar de fumar, incluso dejar de beber. Y en ámbitos de salud mental, en estar menos sometidos a estrés o viajar más a menudo. O incluso en tener un hijo.

En otros tiempos, dejar el trabajo era otra de esas aspiraciones que hoy en día quedan en fantasía. Son momentos que se repiten, ciclo tras ciclo anual. Eso lo sabe el sector comercial, empresas y marcas que encuentran precisamente en esos deseos adquiridos la razón de ser de sus productos o servicios, y que con enfoques publicitarios que tocan nuestra esencia nos animan a cambiar en la dirección en la que reman sus esfuerzos. Entre ellos, marcas deportivas, gimnasios y marcas de alimentación con variedades saludables, de los cuales veremos incrementar el esfuerzo en inversión publicitaria y de marketing en los días venideros, conscientes de la demanda en auge y de la competencia que se abalanza ante ella, ante nosotros.

Como consumidores, estas fechas nos igualan en nuestros deseos y propósitos, facilitando mensajes y despejando los caminos de las marcas, que se aprovechan de las emociones que ponemos de manifiesto en voz alta. En cualquier rincón de la Comunidad Valenciana veremos estos próximos días a nuestro amigo o vecino haciendo esas cosas que ya sabemos que no podrá sostener más allá de un meritorio intento inicial. Ante estas situaciones repetidas y previsibles, otros impulsos de tendencia se estudian desde el marketing para tratar de conectar con el consumidor que viene. Sí que parece que esa vía «verde» de nuestras intenciones de futuro, con alimentación y hábitos más saludables, es algo que viene para quedarse. Por eso, tal vez este propósito tan común en año nuevo tenga los días —o años— contados, ante una mayor concienciación social que de momento están aprovechando marcas nuevas y enfocadas a este campo únicamente, junto a otras más generalistas que prueban suerte con líneas concretas hacia el mundo sano. Veremos qué sucede con la Navidad entonces. Sea como fuere, es necesario que tomemos conciencia de lo que se nos viene encima en estas fechas.

El consumismo adquiere una especial relevancia en estos 30 días que cruzan el año, y nos empujan a un yo deseado que puede distar del yo realmente pretendido. Estar listos para la avalancha de mensajes, de marcas y también de nuestros semejantes, y a la par reflexionar, nos ayudará a generar una mejor lista de deseos individuales para 2015. Una que a lo mejor sí podemos cumplir, porque es la que realmente deseamos.