España es uno de los países cuyas pequeñas y medianas empresas son más dependientes de los créditos bancarios, según un estudio realizado por la Universidad Internacional de Valencia (VIU), que indica que solo el 22 % de la financiación empresarial se realiza al margen de las entidades bancarias, cuando en países como Francia es del 55 %; en Alemania, del 45 % y en EE UU, del 70 %.

Según el citado estudio, realizado por el coordinador de grado en Administración y dirección de Empresas de la VIU, José Manuel Guaita, «la financiación se ha convertido en el segundo problema de las pymes españolas, situándose por detrás de la captación de clientes y por delante de los costes de producción, la disponibilidad de personal acreditado y la regulación normativa».

Esta consideración es importante, puesto que las pequeñas y medianas empresas constituyen la columna vertebral del tejido empresarial en España, ya que suponen el 99,88 % de las 3.114.361 compañías que operan en nuestro país, y aportan la mayor parte del valor añadido a la economía española, «un porcentaje que es siete puntos superior a la media de la Unión Europea», según señala José Manuel Guaita.

Una de cada cuatro pymes que ha solicitado un préstamo en los últimos años no ha podido conseguirlo, lo que ha supuesto que seis de cada diez de estas empresas entiendan que la disposición de las entidades bancarias para facilitarles financiación ha empeorado. Tanto es así, según refleja el estudio, que «la salud financiera de las pymes españolas, manifestada en la ratio de deuda con costes respecto a los recursos propios, es 16 puntos superior a la media europea». Un dato que, al parecer, se encuentra en consonancia con la tasa que define la capacidad industrial de estas empresas, situado en un 76 %, cuatro puntos por debajo de la UE.

En España, para remediar esta dependencia financiera, se creó el Mercado Alternativo Bursatil (MAB-EE) en su rama de empresas en expansión, que no ha terminado siendo la solución, ya que solo cotizan 21 empresas, la mayoría jóvenes y de alto contenido tecnológico, frente a las más de mil que operan en un mercado similar (AIM) que opera en el Reino Unido.