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Setenta años del FMI

El trono maldito de la economía mundial

Los últimos tres directores del Fondo Monetario Internacional han acabado ante el juez: Rato por blanqueo, Strauss-Kahn por proxenetismo y Lagarde por malversación

­El timón del uno de los grandes transatlánticos económicos mundiales lleva años envuelto en la polémica. Los últimos tres inquilinos del sillón gerencial del Fondo Monetario Internacional (FMI) han acabado delante del juez, pero por diferentes motivos. El último ha sido el gijonés Rodrigo Rato, denunciado por blanqueo, fraude fiscal, y de alzamiento de bienes. Pero antes que él cayó su sucesor, el francés Dominique Strauss-Kahn, acusado de acoso sexual y de intento de violación a una trabajadora de un hotel de Nueva York. Y la actual presidenta de este organismo, la también gala Christine Lagarde está contra las cuerdas, señalada por falsedad documental y malversación de fondos públicos.

El último que tuvo un mandato que puede calificarse como plácido fue el francés Michel Camdessus, que dejó la presidencia del FMI a comienzos de siglo (en febrero del año 2000). Su sucesor en el cargo, el alemán Horst Köhler, no tuvo apenas marejadas mientras pilotaba el organismo económico, pero sí cuando unos años después accedió a la presidencia de su país, Alemania. Unas declaraciones realizadas durante una visita a Afganistán, enterraron su carrera política. En aquel viaje señaló que la participación germana en el conflicto estaba motivada más por razones de índole comercial que por asuntos de seguridad nacional. Era mayo de 2010 y unas semanas más tarde la oleada de críticas le forzó a dimitir.

Rato fue el sucesor de Köler, pero abandonó la presidencia del Fondo Monetario Internacional a mitad de su mandato, en noviembre de 2007, alegando «motivos personales» y al inicio de una de las más feroces crisis económica que, según un informe del propio organismo económico, fue incapaz de prever. Su destino, unos años después, fue la presidencia de Caja Madrid, una entidad que tuvo que ser rescatada por el Estado.

Cuando Rato dejó su cargo el despacho del imponente edificio de Washington que alberga al FMI le relevó uno de los inquilinos más polémicos, el francés Dominique Strauss-Kahn, que tampoco fue capaz de acabar su mandato. En 2011 presentó su dimisión por carta, agobiado por un caso de acoso sexual. El galo, también exministro de Economía en su país, fue detenido el 15 de mayo de ese año en el aeropuerto neoyorquino John F. Kennedy, cuando estaba a punto de volar con dirección a París, tras haber sido acusado de agresión sexual por parte de Nafissatou Diallo, una camarera del Hotel Sofitel en el que había estado alojado. Unos meses más tarde fue absuelto de estos cargos, pero tuvo que enfrentarse a nuevas denuncias, en esta ocasión de varias prostitutas que le acusaban de un posible caso de «proxenetismo», un cargo por el que podría ser condenado hasta a diez años de prisión y 1,5 millones de euros de multa. Este proceso judicial, aún abierto, se inició también en 2011, cuando varias acusaciones anónimas llevaron a la Policía Judicial de Lille a investigar supuesta actividades de prostitución en los hoteles Carlton y Des Tours de la ciudad francesa.

A esos mismos juzgados que ahora frecuenta Strauss-Kahn también acude la actual presidenta del FMI, Christine Lagarde. Era la primera mujer en ocupar esa responsabilidad económica y se creía que ayudaría a apaciguar del fuego del escándalo sexual encendido por su predecesor. Pero la calma en el organismo solo duró unos meses. La Fiscalía francesa la acusa de falsedad documental y malversación de fondos por su participación cuando era ministra de Economía de Sarkozy en un proceso de arbitraje que desembocó en el pago de 403 millones al empresario Bernard Tapie, amigo de Nicolás Sarkozy, entonces presidente de la República Francesa.

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