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Balance

Más de 54.000 jóvenes valencianos sin trabajo regresan a las aulas

Unos 237.000 menores de 30 años están estudiando y la cifra de ninis cae a la mitad respecto al año pasado

En plena crisis, con los jóvenes en unos índices de desempleo escandalosos y con la precariedad laboral y los contratos de siete días marcando la tendencia, durante el último año la formación se ha convertido en refugio para los menores de 30 a la espera de que pase la tormenta. Estudiantes que alargan el periplo universitario; otros que se reenganchan a la Formación Profesional o cursos a distancia para diversificar salidas, o los que buscan un futuro a través de las multitudinarias oposiciones a trabajador público.

Las alternativas son muchas y los datos, contundentes. Al cierre de 2014, había 237.301 jóvenes valencianos de entre 16 y 29 años inactivos por motivos de estudio. Una cifra considerable, que supone un incremento del 28,6 % respecto a un año antes, cuando había 183.162. Se produce un cambio de tendencia importante ya que durante 2013 una cuarta parte de los jóvenes abandonaron las aulas. Fue un dato demoledor. Muchos dejaron los libros para pasar directamente al universo nini: 82.893 personas dedicadas en 2013 a las «labores del hogar».

Esa dinámica cambió durante 2014, tal vez como reacción a las mejores expectativas del mercado laboral por la reactivación económica. Lo cierto es que ese grupo de personas que están en casa, inactivos en la búsqueda de trabajo y sin estudiar, se redujo a la mitad durante 2014 (de aquellos 82.893 a 41.216, un 47,5 %) y, al mismo tiempo, se disparó el número de estudiantes.

Desmenuzando el dato, dentro de los 237.301 jovenes que estudian, la mayoría de ellos se encuentra en la franja entre los 16 y los 24 años, algo obvio ya que es la época de la etapa formativa. Aunque no lo era tanto años atrás, en pleno «boom» inmobiliario, cuando la C. Valenciana se convirtió en referente estatal de abandono escolar. Ahora, en cambio, este grupo ha crecido en más de 55.000 personas, frente al descenso del 26 % que se había producido un año atrás.

En cuanto a los más mayores del segmento, entre los 25 y los 29 años, el informe del Consejo de la Juventud de España alerta sobre la «falta de estrategias alternativas para la inserción futuro. Son cada vez menos las personas que alargan la etapa formativa». De hecho, el número de personas que estudian en esa edad ha caído ligeramente, un 10 %, pasando de 18.150 jóvenes a 16.497.

Crecen los ninis de más de 25 años

Como nota negativa, el informe del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España, avisa de que en el grupo de entre 25 y 29 años, la causa principal de inactividad es la dedicación a las labores del hogar, o sea, que ni estudian ni trabajan. Dentro de los inactivos valencianos de esa edad, hay más en casa (42,7 %) que estudiando (38,6 %).

Todos estos números no son simples datos, sino que detrás de cada uno de ellos hay una historia personal. Un ejemplo es Pablo Sánchez Alamá, que empezará nueva vida en Madrid en octubre. Después de acabar la carrera de Periodismo en 2014, ha estado trabajando de freelance (periodista independiente) para «salir del paso», y ahora se prepara para volver a estudiar. Allí cursará durante 9 meses un máster de locución, con la esperanza de que la especialización en un ámbito concreto le ayude a encontrar un trabajo estable, «que salga algo», alguna oportunidad laboral; de no ser así, afirma que no le quedará otra que emigrar.

Un caso similar es el de Chrístopher Casas (23 años), graduado en Comunicación Audiovisual, además de periodista, que ha estudiado en Valencia, Santiago de Compostela y Buenos Aires, y el próximo curso realizará un máster en Relaciones Internacionales.

En su caso, decidió alargar su periodo de formación y aprovechar la movilidad que ofrecen las universidades. Estas estancias en el extranjero «se valoran mucho en el currículum», apunta. De hecho, una de las cosas que le convenció para elegir este postgrado es que el mundo de las relaciones internacionales «tiene mucha salida, te da la opción de trabajar fuera, y además, necesitas idiomas», lo que Chrístopher Casas domina ya que además de castellano y valenciano, sabe inglés, francés, finlandés, gallego, un poco de chino, y pronto portugués. Lo que más ha valorado es que el máster le da la oportunidad de realizar seis meses de prácticas, lo que ya ha aprovechado en las titulaciones anteriores.

Víctima de la crisis inmobiliaria

Por otro lado, Javier Sánchez Gil (30 años) se encuentra entre las personas que vuelven al mundo académico después de haber trabajado durante unos años. En 2002, en plena burbuja inmobiliaria, fue uno de los muchos jóvenes que llegaron a la construcción directamente desde el instituto. Sin acabar segundo de bachillerato, trabajó de ayudante de fontanero y electricista durante 7 años (desde los 17 hasta los 24 años). «Estaba bien», afirma, ya que era oficial, tenía antigüedad, un sueldo y dietas. Pero con la llegada de la crisis y los impagos entre subcontratas, dejaron de pagarle, por lo que acabó abandonando la empresa, relata.

En ese momento, sobre el año 2009, decidió sacarse «la espina clavada de no haber terminado los estudios», y empezó a prepararse para las pruebas de acceso a la universidad de mayores de 25 años. Actualmente cursa Historia, a falta de unas pocas asignaturas para acabar. Cuando finalice, se plantea prepararse para las oposiciones, o intentar volver a trabajar de electricista, aunque «sin muchas esperanzas», confiesa.

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