Brasil, principal socio comercial de China en Latinoamérica, sigue con atención el rumbo económico de ese país, cuya ralentización podría lastrar todavía más la crisis en la que está sumido el gigante suramericano. Si las turbulencias en China no se controlan «rápidamente», el efecto en Brasil podría ser «muy fuerte». La desaceleración de la segunda economía del mundo, que probablemente no alcanzará la meta de crecimiento del 7 % este año, «afectará directamente» a la demanda y los precios de las materias primas y afectará a Brasil, que tiene en ese país asiático el principal destino de sus productos. Esta situación podría empeorar todavía más la delicada situación de la economía brasileña, lastrada por la reducción de los gastos del Gobierno, el consumo de las familias y la inversión, que el pasado viernes entró oficialmente en recesión técnica tras registrar una contracción de su producto interno bruto (PIB) del 1,9 % en el segundo trimestre. Con la fuerte depreciación del real frente al dólar -un 30 % en lo que va de año-, el Gobierno brasileño había depositado su confianza para una posible recuperación de las exportaciones que no ha llegado.

a. s./e. p. sao paulo/efe