La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha lanzado un auténtico jarro de agua fría sobre las aspiraciones de los agricultores y ganaderos por conseguir precios justos en origen al avalar que la distribución comercial pueda vender a pérdidas; es decir colocar los productos en sus tiendas por debajo de su coste real. Competencia, que acaba de hacer público la propuesta de acuerdo sobre el «Código de buenas prácticas mercantiles», aboca al hundimiento de los precios en origen „lo que afecta de lleno al sector de frutas y hortalizas„ y beneficia así a las grandes firmas de la distribución, pues estas podrán seguir presionando a la baja los precios en el campo y comprar así de forma ventajosa.

La llamada venta a pérdidas es una práctica habitual entre las principales operadores del mercado „que tienen sus propias centrales de compras„ en su batalla particular por conseguir clientes bajando precios, una agresiva estrategia comercial que consigue eliminar a firmas de la competencia. Este sistema presiona a los agricultores a vender a la baja y „eso afecta mucho a los cítricos„ y fomenta el hábito de comprar naranjas y mandarinas a precios irrisorios, con lo que es muy complicado que en un futuro la gente adquiera agrios a precios razonables.

En estas últimas campañas se han vendido clementinas a 0,69 euros por kilogramo en sus supermercados europeos. Al ofrecer esos precios ingresan hasta un 23 % por debajo del coste que conlleva su proceso de comercialización, que sitúan en una horquilla entre 0,84 céntimos y 1,06 euros.

Beneficiar al consumidor

La resolución de Competencia „en plena batalla del sector lácteo por los precios justos„ indica en su informe que «resulta poco razonable prohibir o criticar de forma generalizada la venta a pérdida, ya que en determinadas situaciones podría resultar ventajosa para el consumidor». Según el secretario general de la Unió de Llauradors, Ramón Mampel, «tolerar la venta a pérdidas e incluso hablar de sus beneficios como pretende inducir la CNMC es un despropósito mayúsculo y una auténtica burla hacia los agricultores y ganaderos».

Asaja lamenta que los lobbies que usan las cadenas de distribución «sean mucho más fuertes e influyan negativamente sobre el eslabón más débil, que en este caso es el productor».