Desde luego, la interinidad en España no es cosa solo del Gobierno. Que se lo digan al presidente de la Cámara de Comercio de Valencia, José Vicente Morata (y a unos cuantos con su mismo cargo en estas instituciones) que va camino de completar un segundo mandato sin haber pasado por las urnas para renovar.

La modificación de la ley de cámaras que se hizo imprescindible tras la decisión del anterior gobierno socialista de suprimir paulatinamente el pago obligatorio de cuotas a estas corporaciones de derecho público por parte de las empresas obligó a prolongar el mandato de los órganos de gobierno de estas entidades hasta que todas las autonomías hubieran adaptado la ley estatal.

Dado el retraso en ese proceso y al hecho de que el Gobierno de Rajoy se acerca ya al año en funciones, el Ejecutivo central aún no ha podido convocar elecciones camerales. Morata fue elegido presidente en junio de 2010, sustituyendo a Arturo Virosque. Por tanto, debería haber acudido a las urnas cuatro años más tarde, en circunstancias normales. Ya supera en más de dos años su mandato inicial. Y aún le queda tiempo por delante, tanto que su renovación o relevo podría acercarse al momento en que se cumpliera una segunda "legislatura".

Primero se ha de conformar un nuevo gobierno. Si todas las autonomías han cerrado el proceso de adaptación legal para entonces, el Ejecutivo deberá convocar los comicios. Dada la complejidad de los mismos, se suele tardar en torno a nueve meses desde que empiezan hasta que el pleno elige presidente. Hagan números, pero el fin de esa fase electoral no llegará antes del otoño de 2017, es decir unos meses antes de los cuatro años que se cumplirán en junio de 2018. Eso siempre que no haya retrasos.