La mala praxis de los entonces gestores del Banco de Valencia para ocultar el progresivo agujero que causaba en la entidad su enorme exposición al sector promotor e inmobiliario no fue cosa exclusivamente de los meses más duros de la crisis que finalmente lo condujeron a la intervención en noviembre de 2011 y su posterior venta por un euro a CaixaBank. Tres inspectores del Banco de España declararon ayer ante el juez de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz, que instruye la macrocausa por el hundimiento de la entidad, que en 2008 y 2009 el banco incumplía la norma del supervisor sobre provisiones.

Fuentes presentes en la declaración explicaron ayer a este diario que los inspectores ratificaron que el Banco de Valencia presentaba en los citados años un déficit de provisiones. Es decir, su contabilidad no reflejaba totalmente las dotaciones que legalmente estaba obligado a hacer para cubrir la eventual mora de determinados créditos susceptibles de no ser devueltos. Se trataba de dar una imagen de solidez ante los mercados. Las provisiones tienen que aplicarse contra la cuenta de resultados y, al hacerlo, los beneficios menguan, que siempre es una mala noticia para una entidad cotizada como lo era la valenciana.

Aquella forma de actuar se fue consolidando y se extendió tras el agravamiento de la crisis, que a nivel global empezó en 2007, pero cuyo estallido más virulento no se produjo hasta la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2009. El pasado martes, dos peritos de la Intervención General del Estadoratificaron ante Pedraz que las cuentas que presentó el Banco de Valencia en 2009 y 2010 «no reflejaban la imagen fiel del banco». Ambos peritos detectaron que, en aquel entonces, la entidad presidida por José Luis Olivas tenía un déficit de provisiones que superaba los 400 millones de euros. Las declaraciones de los mencionados inspectores iniciaron ayer una tanda que continuará los días 14 y 22 de este mes en la que un total de nueve representantes del Banco de España revelarán qué se encontraron en la entidad en los años en que hicieron las revisiones de sus cuentas.