El Gobierno tiene previsto gravar las bebidas carbonatadas así como retocar los impuestos al alcohol y al tabaco, según avanzaron fuentes de algunos grupos parlamentarios. La medida no afecta a zumos azucarados, cerveza y vino. Además, los pagos superiores a mil euros deberán ser con tarjeta o cheque para evitar el fraude fiscal.

El ministro de Hacienda y Función Pública, Cristóbal Montoro, se reunió ayer con los portavoces de varios grupos parlamentarios en el Congreso con el propósito de explicarles las medidas fiscales que serán aprobadas este viernes junto con el techo de gasto de 2017 y que serán enviadas a Bruselas. El objetivo es aumentar los ingresos en unos 8.000 millones.

Entre estas iniciativas se encuentran, además de un plan de lucha contra el fraude en el IVA y una reforma del Impuesto sobre Sociedades, el retoque de varios impuestos especiales y la aplicación de un gravamen o tasa a las bebidas refrescantes carbonatadas.

Según fuentes parlamentarias, el ministerio de Hacienda pretende aumentar la recaudación a través de estos impuestos a la vez que preservar la salud pública.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó recientemente un informe que recomendaba gravar con más tasas las bebidas azucaradas para reducir los problemas de obesidad, la diabetes de tipo 2 y la caries.

En el mismo sentido, el Ejecutivo también pretende cambiar la estructura del impuesto al tabaco y subir el que grava el alcohol, mientras que finalmente no se tocará el impuesto de los carburantes.

El Ejecutivo está negociando a contra reloj con los grupos parlamentarios el techo de gasto, que Hacienda ha propuesto que sea similar al ejecutado en 2016, es decir, 118.000 millones de euros „5.000 millones menos que el presupuestado para el presente ejercicio„ además de las medidas fiscales necesarias para aumentar los ingresos y lograr así cumplir la previsión de déficit del 3,1 por ciento para 2017.