­Mi abuelo, Víctor Seligra, el sastre más legendario de Valencia, te hubiera prohibido vestir zapatos marrones para una entrevista de trabajo. Él habría apostado por un traje de tres piezas hecho a medida reforzado (esa es la palabra) por un toque de color impactante. Seguramente, un pañuelo en el bolsillo superior de la americana. Por eso no me llamó la atención cuando el pasado septiembre leí ese titular que decía: «No lleves zapatos marrones si quieres un trabajo en la City».

Porque resulta que según un estudio de la Social Mobility Commission, las corbatas estridentes, los trajes mal ajustados y desde luego, los odiosos zapatos marrones, pueden ser un error fatal a la hora de encontrar trabajo en la ciudad financiera de Londres. El dicho es no brown in town.

Víctor Seligra, el fundador de la marca Seligra, vistió a reyes, ministros y empresarios durante cinco décadas hasta su fallecimiento, en el año 2010. Mi madre y luego yo, heredamos su pasión por el vestir bien. Una primera impresión, como dijo el legendario y estridente Oscar Wilde, no tiene segundas oportunidades. Así que cómo vistes implica cómo valoras tu propio trabajo. La ropa es más que un reflejo de nuestra personalidad. Es un reflejo de nuestras ambiciones. Aquí van mis nueve consejos imprescindibles sobre cómo vestir, para directivos de éxito.

Traje azul marino, antes que un MBA. Según el sastre de los presidentes de Estados Unidos, Martin Greenfield, con un traje azul marino y un pantalón gris hechos a medida se puede vivir un mes entero en Londres. O en cualquier sitio. Si no tienes un traje azul marino no puedes ser ejecutivo. Para el traje, la elección clásica de color, y más fácil para combinar, comprende el gris, el azul marino o el negro. Bien es cierto que un toque de color a la indumentaria es atrevido y divertido, pero siempre sin caer en excesos, se trata de no llamar la atención en el ambiente de trabajo, se trata de elegancia y compostura. No hay que olvidar nunca que con el traje se va a dar la cara por la empresa o la organización.

Mejor por triplicado. Se dice que todo trabajador que use traje debe tener, por lo menos, tres: el puesto, el de repuesto y el del tinte. La experiencia te hace recordar esos momentos en que un traje queda indispuesto, por accidente, y tu situación puede quedar comprometida para vestirte el resto de días. Es la ropa de trabajo, es importante que dure y se cuide al máximo. Nunca te quedes sin tu armadura...

Abrochar o no abrochar, ésa es la cuestión. Como recomendación, hay que mantener la chaqueta abotonada, siempre y cuando no se esté sentado. O cuando se haya logrado cerrar un trato, tras finalizar una presentación, cuando la jornada acaba. Hay que evitar, sobre todo, que el traje quede arrugado o que no esté ajustado, puede dar la muestra que te importa tu aspecto tanto como el trabajo, algo a medias. Jamás se abrocha el botón de abajo. Siempre el de arriba.

Fondo de armario. Dicen los puristas que el armario de un ejecutivo tiene que estar compuesto por seis trajes, tres pantalones de vestir, dos zapatos de piel, al menos un cinturón, 15 camisas, 15 corbatas, un par de vaqueros de marca, dos polos, cinco suéteres, 10 polos, una americana de vestir, un abrigo, un par de guantes de piel, un abrigo, una gabardina y suficientes gemelos como para no repetir una semana. Yo estoy de acuerdo...

Cuidado con los cuadros, no quieres parecer un leñador. Para elegir una camisa, lo único que hay que tener en cuenta es cómo va a combinar con el resto. Para no arriesgarse, camisa blanca o azul. O de rayas azules o blancas: discretas, sofisticadas. También se puede elegir una camisa a cuadros, siempre que sean cuidados y pequeños. No quieres parecer un leñador.

No te emociones con la corbata. Las corbatas son el faro del ejecutivo. Como siempre, discreción por encima de todo, aunque sea la prenda que más libertad pueda tener en todo el conjunto. Siempre de seda. Siempre a tu estilo. Nada de aflojarse la corbata para tener un look desenfadado y rebelde. Para el nudo será mejor no complicarse demasiado, el Windsor o el medio Windsor, pero sí hay que poner especial atención en que esté bien hecho y centrado o, de lo contrario, dará la impresión de una apariencia desequilibrada.

Tirantes, discretos. Cinturón o tirantes, pero nunca ambos. Si la opción es cinturón hay que elegir una hebilla discreta, que no sea cromada ni excesivamente grande. Y que combine con los zapatos. Y si se usan tirantes en lugar de cinturón, como siempre, que sean discretos y acordes al conjunto que ofrece el traje.

Zapato negro, que no vas de senderismo. Para los zapatos el color negro es la apuesta estándar. Siempre más fáciles para combinar. De punta redondeada, huir de la punta cuadrada, por mucho que se insista que está de moda. De cordones. Y sobre el marrón, como ocurre con el traje, aquí en España podrá ser habitual, pero en el Reino Unido, si llevas marrón pondrán pensar (y con razón) que vas a ir de senderismo. Para un estilo más casual en ambientes laborales, zapatos de gamuza y calcetines de colores llamativos.

Date un lujo: un traje a medida. Una vez en la vida, hazte un traje a medida. Los trajes a medida tienen ocho etapas. Se prueban tres veces. El tejido, inglés, que sea de Holland & Sherry o de Dormeuil. En la tienda de Hernán Cortés los tenemos todos.