El todavía presidente de la patronal autonómica Cierval, José Vicente González, aseguró que ayer fue un día triste. Qué menos para un dirigente que llegó a ese cargo en julio de 2011 desde la presidencia de la provincial CEV con el objetivo claro de dar un impulso a la entonces politizada y alicaida patronal autonómica. Sin embargo, la mala gestión de dos de las tres socias de Cierval, la alicantina Coepa y la castellonense CEC, han convertido en inviable a la organización. González lo transmitió ayer con amargura en declaraciones a este diario: «He hecho todo lo divino y lo humano y me he dejado la piel» por evitar la liquidación de Cierval. «Lo normal es que una empresa, si va a la ruina, arrastre a sus socios, no que los socios la arrastren a ella», afirmó para explicar el fin de la organización autonómica.

González tiene previsto dimitir como presidente de Cierval en los próximos días, nada más la organización presente la petición de liquidación al juez. Para entonces, «ya no pintaré nada allí». Dice que quedará «en segunda o tercera fila» en el ámbito de la representación empresarial. No obstante, continuará como presidente de Feria Valencia, un cargo al que accedió en octubre de 2013 y para el que fue reelegido en diciembre de 2015 para un mandato de cuatro años. También seguirá como vicepresidente de CEOE, aunque matizó que, en principio, solo hasta que finalice el mandato del actual máximo responsable de la patronal española, Juan Rosell, quien fue reelegido en diciembre de 2014. González es uno de los cuatro vicepresidentes y uno de los dirigentes con más predicamento en CEOE. Él quiere cumplir su compromiso con Rosell y los máximos responsables de la provincial de Valencia también están por la labor: tanto por su influencia en la CEOE como porque entienden que no ha tenido ninguna culpa en el hundimiento de Cierval, que achacan en excluisva a alicantinos y castellonenses. La idea es arroparle desde la CEV -¿presidente de honor?- para que siga en CEOE.