El Ibex 35 es la historia de la pérdida del poder del Estado ante manos extranjeras. Así resume Rubén Juste (Toledo, 1985) la trayectoria del indicador español, inaugurado el año que empezó todo:1992, el de la Expo de Sevilla, los Juegos de Barcelona, el año a partir del cual una idea de patriotismo ligada al crecimiento y la internacionalización de las grandes empresas «nubla» una construcción de poder con hilos invisibles entre los despachos políticos y los de las corporaciones.

Todo eso se desprende de «Ibex 35, una historia herética del poder en España» (Capitán Swing, 2017). La hipótesis de este sociólogo, criado en el caldo indignado de la Complutense de Madrid, da cuerpo teórico a la última campaña de Podemos: la denuncia de «la trama». El libro, de hecho, fue presentado el miércoles en València por Pablo Iglesias. «Es normal que haya sido adoptado y va a quedar asociado al partido, pero me gustaría que fuera leído por todos -la obra, de hecho, ha fascinado a Mario Conde-. Hay muchos empresarios que se pueden sentir identificados. Las empresas del Ibex tienen el último recurso del Estado. Abengoa acaba de ser rescatada. Pero el 91% de las empresas que quebraron en la crisis eran pymes. ¿Dónde queda la meritocracia?».

El trabajo de Juste durante cinco años, que ha tenido como motor el cabreo del 15M, es un viaje que arranca en 1992 con la inauguración del índice bursátil. Ese año, con el ministro socialista Solchaga como gran muñidor, «se produce una transferencia de recursos materiales (las empresas públicas) y personales (altos cargos que inauguran las puertas giratorias)» hacia ese nuevo poder concentrado en el Ibex. El estudio de Juste documenta decenas de exaltos cargos de la administración (buena parte del PSOE en ese momento, pero también procedentes de las estructuras franquistas y del entorno de la Casa Real) en ese primer Ibex, el 28% del total. Las puertas giratorias se producían hacia empresas públicas, pero también privadas, como Miguel Boyer en la constructora de las koplowitz (Focsa), principal adjudicataria de las infraestructuras de Barcelona 92.

Con la llegada de Aznar se avanza a la privatización total de las grandes empresas por la necesidad de la internacionalización, de crear multinacionales con su foco de expansión en Latinoamérica (Telefónica, Repsol, Endesa, etc), sostiene el autor.

Aznar también ejercerá «el capitalismo de amiguetes». Juste lo bautiza «la Casa Aznar»: Villalonga primero y luego Alierta en Telefónica, Martín Villa en Endesa, y el apoyo de Miguel Blesa, al frente de Caja Madrid desde 1996, «en la sombra, caminando con paso fuerte». «Con él nace el nuevo imperio muy vinculado a través de las cajas controladas por el partido y que financiará a las grandes constructoras. Las constructores se hacen con el Ibex, coincidiendo con la crisis de las .com y la crisis de Telefónica», relata.

2010: «El Ibex se hace partido»

«Zapatero termina sufriendo las consecuencias», sintetiza Juste. Las grandes constructoras se hacen emporios en base a esos créditos: «Hay buen feeling con ZP; incluso con el sector financiero abanderado por Botín». «En 2010 se ve que era un matrimonio de conveniencia. Las empresas de construcción se habían posicionado como Estado en la sombra al quedarse con concesiones de ayuntamientos y ministerios y deciden presionar: estaban muy endeudados. La deuda eran seis veces sus beneficios», explica.

Las puertas giratorias fueron reveladoras esos años. González y Aznar pasaron al consejo de dos energéticas. Menos conocido es el caso en 2008 del asesor económico de Zapatero, David Taguas, que da el salto a la patronal de las constructoras, Seopan. En 2010, mientras estas financian una campaña de patriotismo (esto lo arreglamos entre todos), los constructores presionan en favor de la reforma laboral. Moncloa anuncia un plan de 17.000 millones en obra pública que recae sobre las cajas: «Ponen sobre lomos del estado la carga de la deuda de las constructoras».

«Eso explica la transición que vivimos: de un poder nacional en mano de capitalistas patrios a capital extranjero que se queda con un pastel altamente concentrado. Oligopolios de agua, energía, constructoras que son subcontratas de todos los servicios, gestión de residuos, sociosanitarias...», dice Juste, que cita la entrada de Slim en FCC, los árabes en Iberdrola o BlackRock («el banco en la sombra») en Telefónica.

Tres fases: privatización, internacionalización y llegada del capital extranjero. «La historia del Ibex es la historia de la perdida del Estado. No solo por la propiedad pública de las empresas sino por pérdida de influencia sobre empresas estratégicas. Lo hemos visto este invierno con la factura de la luz, con un gobierno incapaz de intervenir sobre los precios. Hay un segundo Estado llamado Ibex 35 gobernado por extranjeros».