Antonia Magdaleno ha sido la administradora del mayor concurso de acreedores de España, el de la constructora Martinsa Fadesa -unos 7.000 millones en pasivo-. En la actualidad también ejerce como letrada en el convenio de Reyal Urbis. Tras años de hiperespecialización en un sector estrella durante la crisis, esta abogada valenciana lleva un par de años virando la estrategia de su bufete hacia otros ámbitos, sobre todo Mercantil. «Una prueba de que la situación económica ha mejorado y se nota a todos los niveles. En la venta de activos de los concursos, lo que antes costaba un año en venderse, ahora se traspasa en un mes», apunta.

Magdaleno se forjó en Broseta Abogados -con quien en la actualidad tiene varios pleitos abiertos- y de su salida hizo virtud y una manera de entender la vida y la abogacía. «Estamos en unos 30 empleados. No queremos ser un gran despacho porque precisamente creamos este bufete huyendo de eso. Queremos conocer a los clientes por su nombre y llevar los casos personalmente y no que los tengan que llevar juniors a los que se les paga dos duros», explica Magdaleno. La socia directora de la compañía que lleva su nombre lo tiene claro: «Quiero un despacho donde la gente venga a trabajar contenta y feliz». Este año esperan mantener la misma facturación del pasado.

Pese a ser un despacho «pequeño», Magdaleno defiende que están en los directorios internacionales más importantes. De hecho, esta semana se ha publicado el ranking del directorio jurídico Chambers & Partners, que por tercer año consecutivo la incluye en la banda 1 en Concursal (la de mayor reconocimiento). La mención de la prestigiosa clasificación es a título personal y en su comentario subraya que los clientes destacan de ella «que tiene enormes conocimientos técnicos, que lo sabe todo de Concursal, que tiene un carácter agradable y es muy fácil trabajar con ella, y que se adapta a lo que necesitan». Filosofía de vida que aplica a los miembros de su equipo.

El despacho de Magdaleno está dirigido por tres socias. «Los compañeros más mayores todavía hacen broma con que tres mujeres dirijamos el despacho», explica, aunque no le preocupa. Esta letrada asume que en esta profesión siempre hay que hacer renuncias, pero intenta que sean las menos posibles. «Cerramos la oficina a las 18 horas. Nosotras no salimos a esa hora pero te obliga a no terminar a las 21. El día que te puedes ir a las 19 te vas, nadie se queda calentando silla. No me importa cuando se abandona la oficina, me importa que se haga el trabajo. Y si es desde casa porque tienes al niño enfermo no pasa nada. Nosotras las socias somos las primeras interesadas», argumenta.

Aunque no es partidaria de las cuotas en la empresa y en política sí que reconoce que es mejor que nada. «Todavía hay un techo de cristal. No se confía en las mujeres, ese es el gran problema», afirma. ¿Tener hijos es el fin de la carrera profesional de la mujer? Magdaleno cree que «si es una opción de la mujer es muy respetable». Pero avisa: «Si es una imposición de la empresa me parece deleznable. Y pasa mucho».

La abogada recuerda que en un despacho de abogados o arquitectos si te quedas embarazada se rompe tu carrera. «Es público que en muchos de los grandes despachos si la persona se queda embarazada la carrera se paraliza. Se presupone que cuando tienes un hijo no está al cien por cien centrada con el despacho», denuncia. Una situación, reconoce, que es muy difícil de demostrar pero que hay que combatir.