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Trump frustra el sueño cubano de Baleària y Air Nostrum tras el acercamiento de Obama

La aerolínea quería volar para Cubana de Aviación las rutas entre EE UU y la isla y la naviera, operar ferries entre las dos orillas

Trump frustra el sueño cubano de Baleària y Air Nostrum tras el acercamiento de Obama

El pasado viernes, desde Florida, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, comenzó a levantar un nuevo muro que complica todavía más las relaciones con Cuba. El presidente americano elevó a categoría lo que ya se daba por hecho: aunque no rompe las relaciones diplomáticas, sí pone fin al deshielo iniciado por Obama con la Habana y endurece las relaciones con la isla para contentar al exilio cubano, uno de sus apoyos electorales.

Las nuevas medidas, que se irán concretando, van encaminadas a prohibir las transacciones financieras con la isla. Pero en lo que afecta a empresas valencianas, el mayor impacto es el nuevo endurecimiento de las posibilidades de viajar a Cuba. Y eso choca de frente con los proyectos de las dos empresas valencianas más importantes en transporte de viajeros: Air Nostrum y Baleària.

«En estos momentos no se dan las circunstancias más adecuadas para llevar a cabo el proyecto que se presentó a las autoridades cubanas debido al sustancial cambio de actitud de la Administración norteamericana. En cualquier caso, la idea podría ser perfectamente viable si, de nuevo, cambiase el escenario», reconocen a Levante-EMV desde Air Nostrum.

La empresa de Carlos Bertomeu se había colocado en buena posición para colarse en el incipiente negocio del tráfico de turistas entre Cuba y EE UU. Desde que en 2016 se firmó un acuerdo entre ambos países, existen unos derechos de tráfico bilaterales. Eso ha permitido que hasta ocho compañías americanas vuelen a la isla de forma regular. Del lado cubano, sin embargo, no existe operación.

Y es que debido a los embargos que pesan sobre el gobierno cubano, existe el temor de que si un aparato de la estatal Cubana de Aviación toca suelo americano pueda ser bloqueado. En ese escenario, Bertomeu lanzó una propuesta en la misión comercial valenciana del pasado octubre que sedujo al Gobierno cubano: volar en régimen de wet lease o código compartido para Cubana de Aviación, un atajo jurídico para evitar las incautaciones.

La victoria de Trump en noviembre, sin embargo, comenzó a enfriar el interés hasta de las aerolíneas americanas. Hace pocas semanas, dos aerolíneas han cancelado los vuelos y otras dos los han reducido. Ahora, además, se restringen más aún las posibilidades de volar a Cuba. El acuerdo con Obama creó 12 categorías según las cuales un americano podía viajar a Cuba. El turismo estaba formalmente prohibido pero los criterios de entrada eran laxos. Con Trump se han endurecido.

La propuesta de Air Nostrum no llegaba sobre la nada. La compañía valenciana ya tenía contactos con Cuba. Los talleres de Air Nostrum están homologados por la aviación civil cubana para reparar sus motores ATR. Hasta julio de 2018 tienen este certificado.

Desde el frente marítimo, Baleària confiaba en ser la primera naviera de transporte regular de pasajeros y carga entre EE UU y Cuba tras el acercamiento comercial. La compañía logró en julio de 2015 los dos permisos que necesitaba de EE UU para abrir dos líneas con Cuba y tiene desde entonces la infraestructura preparada para comenzar a operar de inmediato. Sin embargo, los planes de la naviera toparon primero con la burocracia cubana, que no lo ha considerado un proyecto prioritario, y ahora con el cambio en la Casa Blanca.

Además de Baleària hay numerosas navieras que han recibido del Departamento de Tesoro de EE UU y de Comercio la aprobación para navegar a Cuba: Cruise America Ferries, Baja Ferries, CubaKat, La Habana Express, FRS, Grupo Aeonia & United Caribbean Lines. Miami está a 250 millas de La Habana y el viaje en ferri son diez horas. Desde Key West el trayecto se reduce a cuatro horas.

Por otra parte, la compañía de Adolfo Utor le presentó hace casi dos años a las autoridades cubanas un proyecto para invertir 35 millones en una terminal para operar ferries que realicen rutas con México, EE UU y otros países caribeños. La estación marítima multifuncional de ferries pretendía integrar el puerto en la ciudad de La Habana. El proyecto incluía una oferta de servicios comerciales culturales y de ocio. El objetivo era convertir la estación marítima en un polo de innovación social y la bahía de La Habana en un nuevo centro de referencia para la ciudad.

La previsión era mover 2,2 millones de pasajeros al año en la bahía de La Habana en barcos solares como los que ya utiliza en el puerto de Dénia. El plan incluía adecuar las estaciones marítimas para que actuaran como nudos intermodales, con conexión con el tren, autobuses, bicicletas y taxis.

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