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Nueva tendencia en el turismo

Sentir en lugar de visitar: llega la era posturismo

Los milenial generalizan una nueva forma de viajar centrada en la búsqueda de experiencias como un ciudadano local

Los apartamentos turísticos están siendo uno de los ejes argumentales del verano, esencialmente por sus efectos negativos: una nueva modalidad de alojamiento con una cara ´b´ en forma de competencia desleal con el hotelero; que se nutre de economía sumergida; genera conflictos de convivencia en los centros urbanos, e inflaciona el mercado inmobiliario hasta hacer la vivienda inaccesible para los locales, enumeran sus detractores. ¿Pero de dónde surgen los millones de usuarios de estos pisos que proliferan en los centros urbanos? ¿Qué palanca social alimenta este fenómeno?

Para algunos expertos, el boom de los apartamentos es una de las formas en las que se ha materializado el nuevo concepto de turismo. Alberto Aznar, letrado del despacho valenciano Pedrós Abogados y especializado en economía colaborativa, atisba un cambio cultural, de valores, que explica el éxito de plataformas como Airbnb: «Del tener al ser, y del visitar al sentir», resume.

Ya no se trata de visitar la ciudad, acudir a los restaurantes que recomienda la guía y fotografiar los monumentos emblemáticos. Eso también, pero se trata, sobre todo, de vivir la experiencia como un local. «El huésped que elige alojarse en una habitación alquilada a través de estas plataformas tiene la posibilidad de entrar en contacto con residentes de la ciudad, disfrutando de una experiencia que para muchos resulta más auténtica que la codificada por un operador turístico tradicional», añade.

Es una nueva tendencia, engendrada por una generación nativa digital y que ha accedido a todo el mundo gracias a la democratización del acceso al avión. «En la época de Instagram, Facebook y Google los destinos han perdido misterio. El mayor tesoro del viajero ya no es lo que ve, sino lo que vive», añade la valenciana Carla Mouriño, cofundadora de la plataforma Hellotickets. Mouriño ha colado en el tablero una etiqueta, el «posturismo», que ayuda a empaquetar todos este cambio de patrón con multitud de derivadas.

Las experiencias locales, el nuevo motor del viaje

Donde hay demanda, hay mercado. Al calor de estas nuevas ´necesidades´, la red se ha llenado de propuestas, de modelos de negocio que satisfacen estas peticiones de autenticidad. La startup Hellotickets alimenta la misma tendencia. La web ofrece una plataforma para adquirir entradas de eventos deportivos y culturales en Estados Unidos y Londres desde casa, antes del viaje, en tu idioma y con tu moneda. «La gente está dispuesta a ahorrar en el hotel, en el avión, pero se gasta 300 euros para cumplir la ilusión de ver un musical», defiende la cofundadora. «El viaje se ha democratizado. Ese encanto de ´solo lo voy a ver una vez´ ha pasado. El Big Ben ya lo he visto. Y lo puedo ver en Google. Pero hay cosas que en Google no se pueden encontrar».

Y la llamada economía colaborativa ha entrado a saco en este negocio. El coloso Airbnb ya ha abierto en las grandes ciudades (aún no en València) «Airbnb experiencies», en que el anfitrión, a cambio de dinero, puede ofrecer al visitante cualquier tipo de actividad de su entorno; o la página web With Locals, que funciona bajo el mismo patrón, o incluso otras como eatwith (comer con), cuya particularidad estriba en que el anfitrión, ya sea un chef o un autodidacta, ofrece el contacto con la cultura local a través de la experiencia gastronómica.

La mercantilización de la vida cotidiana

«Hay un público creciente que se quiere disfrazar de local y vivir como si fueran de allí. Es bueno, genera intercambio, pero también escenarios negativos, con efectos gentrificadores importantes», advierte Ramón Marrades, director estratégico de La Marina de València y especialista en Economía urbana.

El otro riesgo, señala, es que «estas experiencias se mercantilicen». «El mercado se introduce en segmentos de la vida sin precedentes. Cada minuto de nuestra vida tiene un coste de oportunidad. Todo lo podemos vender: desde ir al mercado a subir a un barco de pesca o hacer una paella. No entro en que sea bueno o malo, pero son cuestiones que antes estaban fuera de la economía». Y advierte también sobre el riesgo de la «teatralización», de que «las economías locales se disfracen de falsa autenticidad».

¿Qué posibilidades tiene la amable València en esta nueva era del posturismo? Agentes del sector local llevan tiempo trabajando en esta dirección, por ejemplo, las escuelas de español para extranjeros. «Los que vienen en verano no buscan exclusivamente aprender castellano o visitar la ciudad: buscan una inmersión más completa. Muchos piden tipos de alojamiento en familia porque quieren estar con ellos, conocer la gastronomía, la vida con ellos», explica Salva Sastre, propietario junto a Marta Puchol de 2day Languages.

En su menú para los estudiantes, más allá de las visitas guiadas, aparecen actividades más pegadas a la agenda de los nativos urbanos: cena de clóchinas en El Cabanyal, visitas a la Filmoteca d´Estiu en el río, a los festivales de microteatro de Russafa o Cabanyal, intercambios de idiomas en un pub, cursos para aprender a hacer horchata?

València reivindica su «autenticidad»

València, en realidad, lleva tiempo buscando su espacio en este nuevo paradigma. Aunque Europa va por delante. La entidad que promueve el turismo en Copenhage, capital de Dinamarca, ha lanzado su estrategia turística para los próximos años d ando por muerto, literalmente, el turismo según lo conocemos (The end of tourism as we know it). Todo gira en torno al "localhood", al fenómeno de vivir como un local, y plantea el modelo no como un fenómeno económico aislado sino como una experiencia compartida entre lo que llaman anfitriones (ciudadanos locales) e invitados (viajeros).

La administración valenciana, por su parte, ya ha comenzado a virar hacia este relato. Está en el discurso del secretario autonómico de turismo, Francesc Colomer: «El libre mercado juega, pero no podemos perder la batuta del modelo, la búsqueda de la autenticidad. El turismo es empatía, la autenticidad de la Mediterrània. No podremos ser los mejores en hamburgueserías; seremos los mejores en el aceite milenario del Maestrat. En nuestras mil autenticidades. La gente se mueve por el mundo buscando la autenticidad», concluye el secretario autonómico.

El discurso está quedando plasmado en los vídeos promocionales con los que València sale a mostrarse al mundo. Como el evocador «La vida espera», de la Diputación de València, y su canto al estilo de vida autóctono; o la campaña «Mediterráneo en vivo», con ese «No me enseñes más postales si no huelen, si no saben, si no le hacen justicia a la vida que te espera aquí. Si falta todo lo que es verdad».

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