El año 2017 ha sido testigo de importantes operaciones corporativas con la entrada de fondos de capital riesgo en empresas valencianas. Desde la compra de la histórica Lladró por parte de PHI Industrial, a la irrupción de Lone Star en el sector cerámico con la adquisición de la esmaltera Esmalglass por 606 millones.
La compra de Nazca a una firma de muebles de baño (MC Bath) de los Serratosa; el desembarco en Químicas Oro por parte de Motion Equity Partners... Estas operaciones recientes marcan un punto de inflexión en 2017, pero desde hace tiempo la actividad de los fondos en la C. Valenciana apuntan a un cambio de tendencia más allá del sector inmobiliario.
Durante 2016, último año del que se tienen datos, los fondos de capital riesgo duplicaron su inversión en empresas valencianas. Concretamente, pasaron de 112,2 a 228,9 millones de euros, según un informe de la Asociación Española de Capital, Crecimiento e Inversión (Ascri). Son magnitudes menores (un 6,3% del total español), alejadas del peso de la autonomía en el conjunto del país. Las mayores operaciones de 2016 en tierras valencianas fueron la entrada de Miura en el gigante exportador citrícola Martinavarro; la llegada de HIG a Royo Group o la venta al fondo Charme de Igenomix, la spin-off del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) especializada en realización de test genéticos.
La operativa de estos fondos suele consistir en la entrada en una empresa con la vocación de salir en un plazo determinado para rentabilizar la inversión.
En total, de las 45 inversiones que se realizaron en la autonomía en 2016, la mayoría se produjeron en las fases iniciales (seed, startup, otras etapas tempranas), y siete fueron adquisiciones de empresas ya participadas por vehículos de inversión privada.
