Uber llega a València, aunque no como se esperaba. La multinacional norteamericana que presta en Madrid servicios de alquiler de coches con conductor, en competencia con el taxi, va a poner en marcha este 2018 en València su aplicación de envío de comida a domicilio. Lo hará a través de repartidores en bicicleta o moto, que funcionarán bajo el régimen laboral de autónomo tal como ahora mismo operan plataformas como Deliveroo o Glovo.

Básicamente, se trata de una aplicación móvil que permite a los usuarios pedir su comida en una serie de restaurantes asociados. La app, Uber Eats en este caso, moviliza a uno de estos riders, que acude al restaurante a recoger el pedido y lo lleva a continuación al domicilio.

Esta aplicación, que lleva un año en marcha en Madrid (está en 200 ciudades de todo el mundo), va a comenzar este año su expansión en grandes capitales como Barcelona, Málaga, Sevilla, Zaragoza y València.

En cuanto a las condiciones, en estos momentos en Madrid se pagan como promedio entre cuatro y seis euros por pedido. Y ofrece un seguro extra a los repartidores. Como novedad respecto a la competencia, desde Uber explican que existe libertad total de horario para el repartidor. Es decir, que no se exige un mínimo de horas de disponibilidad o la permanencia en un espacio concreto. «Cada repartidor se conecta y desconecta cuando quiere», aseguran.

Según señala el portavoz de Uber en España, Yuri Fernández, aún no está clara la fecha de desembarco en València, pero se estiman en unos 100 ó 150 el número de restaurantes asociados en una ciudad como ésta para poner el servicio en marcha. Uber ya está contactando con los establecimientos para cerrar acuerdos.

En cualquier caso, la llegada de la popular plataforma llega en pleno proceso de revisión del modelo laboral de los trabajadores de este tipo de plataformas de la economía digital. Los repartidores se están organizando en una asociación y contemplan poner en marcha su propia aplicación para mejorar sus condiciones.

Reivindican que son trabajadores ordinarios de una empresa de reparto, y no autónomos, por lo que reclaman los mismos derechos de cualquier empleado de una mercantil. Además, han llevado a la inspección de trabajo y a los tribunales una relación que consideran como de «falso autónomo».