Donald Trump volvió a meter ayer el miedo en el cuerpo a la industria automovilística en Europa. El presidente de EE UU ha ordenado al Departamento de Comercio el inicio de una investigación para determinar la necesidad de imponer aranceles a la importación de automóviles y sus piezas. Tras reunirse con su secretario de Comercio, Wilbur Ross, con el que habló «sobre el estado actual de la industria automovilística» estadounidense, el presidente anunció: «He ordenado a Ross que considere iniciar una investigación sobre importaciones de automóviles, incluyendo camiones, y piezas de automóviles para determinar sus efectos en la seguridad nacional de EE UU».

Según Bloomberg, el Gobierno de Trump estudia imponer aranceles del 25 % a los automóviles importados. El mayor exportador de automóviles a EE UU es México, seguido de Canadá, Japón, Alemania y Corea del Sur, según datos del Departamento de Comercio.

Desde que Trump llegó al poder, el Departamento de Comercio ha iniciado más de un centenar de investigaciones por competencia desleal, muchas de las cuales han concluido en imposición de aranceles. Una de estas investigaciones sirvió de pretexto para que el Gobierno de Trump impusiera sus conocidos aranceles del 10 % al aluminio y del 25 % al acero, tarifas de las que libran algunos aliados como Argentina, Brasil, Australia y Corea del Sur.

La UE y el sector alemán del automóvil denunciaron esta nueva amenaza, una medida «difícil de entender». Para Ford Almussafes, EE UU no es el mercado más importante, pero allí coloca los vehículos que hacen el servicio del taxi en Nueva York, parte del Kuga y motores como el Maverick.