Quien piense que las nuevas tecnologías solo pueden aplicarse a industrias punteras y novedosas ya habrá aprendido con Campus Executive que está más que equivocado. En las sesiones anteriores, más de una decena de docentes explicaron que la Industria 4.0 llega a todos los sectores, y pasa por las grandes multinacionales hasta llegar a las pymes.

En una nueva sesión de la formación producida por Levante-EMV -con el patrocinio de BBVA y con la colaboración del Colegio de Ingenieros Industriales de la C. Valenciana y de Redit Institutos Tecnológicos-, los asistentes descubrieron cómo los drones, los satélites y la geolocalización pueden llegar a ser básicos en un sector tan profundamente arraigado a la tradición y valenciano como es el agrícola.

«He descubierto que hay empresas que ya aplican y llevan muchos años llevando este tipo de conocimiento a un sector que parece tan anticuado o estancado como puede ser el campo, pero que en realidad no lo es», apunta Adrián García, ingeniero trabajador del sector agroalimentario que asistió a la sexta sesión del campus, celebrada el pasado viernes.

La agricultura 4.0 pretende dar soluciones y tiene el reto de saciar el hambre de una población que en 2050 se calcula que llegará a los nueve mil millones en todo el mundo, revela Mercedes Iborra, fundadora de la compañía Visualnacert. «Es una necesidad creciente; los agricultores tenemos que lograr producir más alimentos, cada vez con mayor calidad y siendo más respetuosos con los recursos naturales, especialmente con el agua», afirma. Con este objetivo, estos profesionales deben aplicar la tecnología disponible para «obtener los mejores resultados», apunta.

Así, el digital farming consiste en usar las tecnologías disponibles de forma eficiente para mejorar los recursos y cultivos. De esta manera, a los campos ya han llegado los drones, la biotecnología, la inteligencia artificial, la realidad virtual... y todo supervisado por satélites. «Hay satélites que cada semana o cada dos días dan la vuelta al mundo y ven qué pasa en tu campo y te informan de si estás regando bien, de si tu cultivo evoluciona... te ayudan a cultivar más y mejor, con más seguridad», relata Iborra.

Información global al alcance

Además de mayor seguridad y certeza a la hora de tomar una decisión y del ahorro de costes que esto conlleva, la transformación digital de la agricultura también lleva asociados otros beneficios. Por ejemplo, desde Visualnacert destacan cómo ha cambiado el trabajo tradicional de los agricultores, pero «lo más importante: es que gracias a la agricultura 4.0 los jóvenes se están incorporando al campo y eso es una gran ventaja para la sociedad».

Ángel del Pino, director de Producción y Desarrollo de la cooperativa Anecoop, explica que todos los agricultores conocen muy bien su cultivo, pero la tecnología permite «tener una información global agrupada de lo que pasa en los cultivos de otros asociados para planificar mejor los cultivos anualmente, saber si la cosecha viene pronto o tarde...».

Según detalla Del Pino, el geoposicionamiento de la parcela con sistemas de datos es la primera tecnología que debe instalarse en un campo. «Así obtenemos información agroclimática particular y de suelo, o de qué cultivo se trata (antigüedad, variedad...), lo que nos permite prever la cosecha que tendrá», detalla. En esto han trabajado los últimos años y ahora se centran en introducir «tecnologías de sensores en cada campo para saber lo que pasa una semana o un día determinados, y no guiarse por unas pautas generales de riego».

Desde Anecoop, con más de 70 cooperativas socias que representan a 30.000 agricultores, reconocen que la introducción de la tecnología al principio se hizo «con mucha dificultad y mucho empeño», pero da «rendimientos positivos al agricultor».

Las ventajas, no obstante, van más allá del campo y también repercuten en el consumidor. Como recuerda Mercedes Iborra, la gente «necesita estar segura del producto que se lleva a la mesa y la agricultura 4.0 es una herramienta que garantiza la seguridad alimentaria, ya que permite conocer si las cantidades de fitosanitarios, fertilizantes y agua que se ha utilizado en un cultivo han sido adecuadas».

En esto incide Antonio Naturil, trabajador de la consultoría Improven, que cree que la tecnología «permite tener una planificación más acertada» en un sector como el de la agricultura, que «depende de muchos factores externos».