El que fuera administrador único y, posteriormente, consejero delegado de Tinser Cartera, Alfonso Rodríguez Rabadán, nunca supo qué trabajo desarrolló Modesto Crespo para la sociedad, ni si realizó alguno. Algo bastante inusual si se tiene en cuenta que el empresario ilicitano era el presidente de la sociedad y que en una empresa normal este cargo suele implicar una relación frecuente con el primer ejecutivo de la misma, en este caso, el citado Rabadán.

Así lo aseguró ayer el directivo durante su declaración en el juicio que se sigue en la Audiencia Provincial de Alicante por los 600.000 euros que el expresidente de la CAM Modesto Crespo recibió en dietas de esta filial de la entidad y que, según la Fiscalía Anticorrupción, suponen un delito de apropiación indebida. Un caso en el que, además del empresario, que ya ha reconocido su culpabilidad para rebajar la condena, están acusados el exdirector general de la caja Roberto López Abad y los restantes 19 miembros del consejo de administración de la caja.

El testimonio pretendía esclarecer si la remuneración que recibió Crespo de esta compañía respondió al trabajo real desempeñado por el ilicitano en esta filial o si su nombramiento fue sólo una artimaña para pagarle una cantidad superior a la que podía recibir como presidente de la CAM, un cargo en teoría honorífico y por el que, según los estatutos de la caja, sólo podía cobrar dietas por asistencia a reuniones y por desplazamiento. Y el panorama que dibujó Rodríguez Rabadán fue, cuando menos, muy atípico.

El ejecutivo señaló que, pese a ser el responsable de la administración de la sociedad, tan sólo mantuvo dos breves encuentros con Crespo en el más de año y medio que éste presidió la filial y uno de ellos fue «un saludo» de tan sólo unos minutos en un pasillo. El segundo encuentro fue algo más extenso y en él sí hablaron de la evolución de la compañía pero en este caso lo sorprendente es que esta primera reunión de trabajo se celebró en octubre de 2010, casi un año después del nombramiento del también expresidente de Coepa como máximo responsable de Tinser.

Esta falta de relación directa - el ejecutivo llegó a asegurar que era «inexistente»- fue posible, entre otras cosas, gracias a que las reuniones trimestrales que debía celebrar el consejo de administración de la entidad se realizaban «por escrito», según dijo. Es decir, se pasaban los informes y toda la documentación para que se revisará y cada miembro de este órgano daba su visto bueno.