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Entrevista

Carmen Orte: "Los familiares cuidadores volverán a la Seguridad Social"

A pesar de tener un presupuesto cerrado, Orte ve posible revertir los recortes sufridos en la ley dependencia

Carmen Orte: "Los familiares cuidadores volverán a la Seguridad Social"

El pasado junio Orte tomó las riendas del Imserso, una dirección general gigantesca que además de los conocidos viajes para las personas mayores, gestiona las pensiones de discapacidad y viudedad; todo lo referente a dependencia y promoción de la autonomía personal y centros estatales de referencia de tratamiento e investigación dedicados a enfermedades como el Alzheimer o el daño cerebral. Todo, con un presupuesto de 4.400 millones de euros. Sus jornadas son eternas, se declara ya «enamorada del Imserso» y dispuesta a difundir mejor toda la labor que hace. Admite que en este Gobierno socialista nacido de una moción de censura, se respira una sensación de prisa, de impulsar y cerrar las cosas cuanto antes.

P Usted es conocida por no morderse la lengua: ¿Ha revisado sus «tuits» o borrado alguno? Es un nuevo talón de aquiles de los altos cargos.

R Uy, pues no, no he revisado ni Twitter ni Facebook, ¡igual debería hacerlo! [Ríe] No me muerdo la lengua, es cierto y eso me ha costado algún disgusto, pero nunca dejo de ser educada.

P Al conocerse su nombramiento, habló en sus primeras declaraciones de revisar la situación de la ley de dependencia. ¿Qué quiere cambiar?

R Queremos volver a la situación de 2006. La ley fijaba un nivel mínimo de protección aportado por el Gobierno; un nivel acordado entre Gobierno y comunidad autónoma y luego el nivel aportado por la cautonomía. Cuando se pegó el gran recorte en 2012 se suspendió el nivel acordado y se dejó todo el paquete a las comunidades. El «hashtag» [etiqueta] de este nuevo Gobierno es «retorno de derechos». Si tú tenías en 2006 un derecho, ahora queremos que lo retomes. Como el nivel acordado, que servía a las comunidades para hacer equipos de evaluación y seguimiento. Se firmó un acuerdo en 2016 y queremos que las comunidades recuperen ese nivel y que los mínimos se incrementen en el futuro, si se puede en 2019. También afrontar el tema de los familiares cuidadores, que son mujeres normalmente.

P ¿Qué plantean para ellas?

R En 2012, con el gran recorte, se las quitó de la Seguridad Social [el Estado dejó de asumir sus cuotas] y ahora vamos a devolverles al sistema, que coticen. Queremos volver a 2006, a lo que teníamos pactado y lo que dice la ley, aunque evidentemente haremos una valoración de estos doce años, de ver cómo ha ido la aplicación de la ley y hacer un texto refundido. Para eso necesitamos un poco de tiempo para verlo con las autonomías.

P Hay muchas diferencias en la aplicación de la ley de una comunidad a otra: ¿Volver a 2006 permitiría igualar esta situación?

R Se aplica diferente también porque hay realidades diferentes: en algunos lugares hay una mayor población envejecida o también hay diferencias de riqueza. Luego, cada comunidad hace sus presupuestos y ofrece los servicios que ha generado: residencias, teleasistencia, cuidado a cargo de un familiar... Este entramado a veces la gente no lo entiende. Nosotros pagamos en tiempo y forma, luego se ha de evaluar en tiempo y forma y tener la cartera de servicios listos para ofrecer.

P La Asociación de Directores de Servicios Sociales denuncia que hay 250.000 personas en el «limbo de la dependencia»: tienen reconocida la dependencia pero no reciben ninguna prestación. ¿Es una cifra real?

R Sus datos son del Imserso. Es gente que en muchos casos están a la espera de que esté disponible ese servicio concreto y especializado que necesita este usuario, como una plaza en una residencia. No justifico las esperas, pero no los tenemos esperando «porque sí». Y yo no le puedo decir a las comunidades «tienes que acelerar».

P ¿La ley está mal dotada económicamente?

R En España hay más de 9 millones de personas mayores de 65 años. Esto hay que tenerlo en cuenta. La población cada vez está más envejecida. Ahora, doce años después de aprobar la ley, debemos ver cómo se ha aplicado, si nuestra cartera de servicios se adapta a las necesidades y hacer una planificación a medio y largo plazo. La ley podría estar mejor dotada, pero ahora nuestro trabajo es retomar la situación de 2006, analizar lo más rápido posible y poner dinero encima de la mesa.

P Pero con un presupuesto ya cerrado, ¿puede poner dinero encima de la mesa?

R No, es cierto. Tengo que ejecutar lo que tengo, pero ahora ya miramos cómo jugar con lo que tenemos para mejorar las cosas que nos parecen importantes, como devolver a las cuidadoras a la Seguridad Social. Y ya pensamos en los presupuestos de 2019. Aunque claro, eso no dependerá solo de nuestro ministerio.

P Ni dependerá solo del PSOE, que tendrá que buscar apoyos de otros partidos para aprobar esas cuentas. Además del condicionante del presupuesto, este gobierno no tendrá una legislatura entera. Ahora anuncian muchos proyectos, ¿les han dado desde Moncloa algún plazo orientativo para cerrarlos antes de convocar elecciones?

R No, aunque prisa sí que hay. Se nota. Vamos todos como un tiro. Sí podemos hacer cosas, pese a los presupuestos cerrados. Por ejemplo, en temas de los viajes y los balnearios del Imserso podemos evaluar si son eficientes y estudiar valor añadido: por ejemplo, incluir temas de autocuidado en los balnearios e invertir y potenciar más la parte cultural de los viajes, que mueven un millón de personas al año. Queremos que los que viajen a Mallorca y a Canarias no solo vayan a la playa: no se la vamos a quitar, pero también queremos que tengan una parte cultural. Y también aumentar la demanda y las visitas en invierno, potenciando esos contenidos culturales, vendiendo cosas atractivas, incentivando. Hay que pensar que el mayor de ahora ya no es el de antes.

P ¿Son cada vez más exigentes?

R Claro. Antes nos pedían qué iban a comer. Ahora lo que nos piden son hoteles con wifi. Y se lo tienes que dar. No queremos quitarles nada, al contrario intentaremos aumentar las plazas, pero sí queremos actualizar los programas. El Imserso es muy importante también para la economía: generan empleo y en los pueblos con balneario estos son claves para la localidad.

P Otra gran pata del Imserso son las pensiones no contributivas.

R Sí, ahí hay que incidir y negociar con Seguridad Social para aumentarlas. Las mujeres que reciben la pensión de viudedad tienen unas necesidades muy perentorias. Muchas han sido cuidadoras y cuando son ellas las que tienen necesidades se encuentran solas. Aunque hay que ser realistas, para 2018 tenemos el presupuesto que tenemos, en 2019 podremos plantear algo. Analizar la situación y ver cuándo mejorarla.

P Su línea de trabajo es el envejecimiento activo. ¿Cómo va a potenciarlo desde su nuevo puesto?

R Es mi campo y aunque las horas ahora no me dan para mucho es algo fundamental que quiero impulsar. Lo voy haciendo. La Unión de Pensionistas y otras asociaciones de mayores con las que hablo me cuentan que hacen baile, van a las universidades de mayores... pero hay que ir más allá. Tienen que participar en la sociedad civil, formarse más, combatir el edadismo o la discriminación por edad.

P Habla de participar en la sociedad: para mí una gran muestra de envejecimiento activo, y reivindicativo, son los «iaioflautas» y la movilización por las pensiones.

R Está muy bien que se muevan por este tema, pero esa actitud se ha de enfocar también a formar parte de las decisiones que se toman en el país, contra el cambio climático, la violencia de género... Las pensiones han hecho que salgan, pero no me basta, quiero que formen parte del entramado social y que la dependienta de la tienda no solo tenga 20 años: que también se contrate a las de 55. Hay más temas, aunque es cierto que el de las pensiones es importante. El otro día firmé, con muchísima ilusión, un cambio en el artículo 50 de la Constitución, por el compromiso por subir las pensiones con el IPC, algo que viene por la movida de la calle. Es un ejemplo de lo que puede conseguirse con la participación social y la energía de los mayores.

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