La revolución tecnológica provocará que las empresas se conviertan en smart factories. Fernando Molinuevo, socio director de Mesbook, explica que actualmente existe una «dualidad que choca: por un lado, el 80 % de las fábricas tienen más de 10 años, maquinaria 3.0 en el mejor de los casos, y personal con una edad media de 45 años; por otro, llega una ola 4.0 de digitalización que va a arrasar con lo que se conoce ahora en las fábricas», asegura.

Por esto, el reto de las industrias no es tanto implantar la tecnología, que es muy asequible y ya está al alcande de todo el mundo, sino «cómo integrar el conocimiento de la gente que tiene 30 años de experiencia y que es fundamental para la empresa». Según afirma, «lo importante es explicar por qué se hacen las cosas; en el momento en el que explicas que eso es bueno para la organización y la eficiencia, automáticamente ganas», asegura. «Hay que cambiar de chip porque es bueno para la compañía, ya que nos hace más competitivos en el futuro», añade.

Una de las empresas que ha llevado a cabo esta transformación es Confectionary Holding, más conocida por estar detrás de los turrones y productos de El Lobo, Doña Jimena y 1880, que no faltan en las mesas en Navidad.

El grupo se planteó iniciar el cambio hace un par de años: «coincide con un proceso de reflexión, con el lanzamiento de nuestro plan estratégico. Nos dimos cuenta que determinadas variables y objetivos de negocio iban a requerir un cambio en la manera en la que hacíamos las cosas», concreta Andrés Cortijos, el director general. Según apunta, necesitaban dar a la demanda una respuesta interna más ágil, en un mercado en continuo cambio y evolución. «Buscábamos equilibrar la balanza entre la agilidad y la eficiencia, porque cuando primábamos una, se nos iba la otra», recuerda.

Ahora, hacen un «balance tremendamente positivo», ya que la tecnología les permite conocer a tiempo real el inventario o dónde hay mermas. «La información directa que recibimos nos permite saber qué recursos destinar en cada momento y dónde habrá un retorno más rápido de las inversiones», afirma.

«La tecnología nos sirve de guía, como conducir con un navegador: si te pasas, te avisa y te redirecciona», concluye Molinuevo.