El Banco Central Europeo (BCE) recortó ayer el pronóstico de crecimiento de la eurozona al 2% en 2018 y al 1,9% en 2019, ambos una décima menos que la previsión anterior, según anunció el presidente del BCE, Mario Draghi, en la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Gobierno, que mantuvo en el 0 % los tipos de interés.

El banquero aseguró que el consumo privado está apoyando el aumento del empleo y los incrementos salariales entre los países que comparten el euro. No obstante, y a pesar de que la autoridad monetaria «espera» que la actividad global siga creciendo, las nuevas proyecciones de la entidad financiera adelantan una ralentización de la economía.

Pese al menor crecimiento en 2018 y 2019, la previsión de crecimiento para 2020 se ha mantenido en el 1,7%. Draghi explicó que este cambio en las previsiones se debe a una contribución externa «débil» en los meses de verano de este año. Asimismo, también citó como riesgos que el proteccionismo comercial y la volatilidad de los mercados hayan ganado «protagonismo».

Con respecto de la inflación, la institución financiera explicó que cada vez existe «menos incertidumbre», por lo que la inflación subyacente «subirá» hacia final de año y mantendrá los incrementos graduales hasta el medio plazo «apoyados» por la política monetaria.En este sentido, Draghi subrayó que todavía es necesaria una «política monetaria amplia y adaptable para que la convergencia de la inflación llegue a unos niveles por debajo pero cerca del 2% en el medio plazo.