Hablaremos del futuro. Una palabra que hasta hace algunos años era luminosa, nos ilusionaba. Pero frente a los cambios que lo anuncian hay quienes se muestran asustados. ¿Estamos ante una perspectiva esperanzadora o vamos a sufrir?

Pecando de optimista, veo un futuro ilusionante, lleno de un potencial extraordinario. La humanidad se enfrenta a retos probablemente desconocidos, pero habría que ver todas las botellas medio llenas. Hay que ser consciente de algunos riesgos, que son importantes, pero nos equivocaríamos si un país como España hubiera visto el potencial de la industrialización y de la especialización en negativo. Empezar a ser preventivos y poner el foco en los riesgos sería un error. Hay que desarrollar todo el potencial tanto de la economía digital como de la inteligencia artificial, la nanotecnología, la computación cuántica?

Desde esa perspectiva, necesitamos una transformación digital que explore más los beneficios que los prejuicios y perjuicios, porque solo liderando la transformación de determinados sectores podremos generar empleos modernos. Tenemos un problema muy serio de empleabilidad en las titulaciones. Desde la crisis ha salido un millón de jóvenes fuera de España. Un millón. Y todavía tenemos un 36% de desempleo juvenil. Hay jóvenes con 36 años que no han cotizado todavía. Sin embargo, hay 800.ooo vacantes de empleos digitales en Europa. Faltan ingenieros informáticos y multimedia, falta hibridación de economistas y profesionales del Derecho con la tecnología? Nos faltan médicos y arquitectos tecnologizados.

Quizá una de las razones del pánico es que en otras épocas los cambios han sido más pausados, pero ahora son bruscos, y generan brechas que dejan fuera a mucha gente. ¿Tenemos capacidad de adaptación?

Sí, la idea de una dieta saludable sigue siendo clave. A partir de esa dieta podemos incorporar cosas extra que antes no consumíamos y que pueden ser beneficiosas. Por ejemplo, la chía nos da muchísima fibra y es una forma de incorporar una cantidad extra, pero dentro de que nuestra dieta globalmente sea saludable. Y además es sólo una opción. Uno puede tomar lentejas y estar tomando la misma cantidad de fibra.La cuestión no es si estamos preparados. Se trata de tener conciencia de que hemos de prepararnos. La educación es absolutamente fundamental. Hace años que debiéramos haber copiado a países que son fundamentales en esta cuestión, como Finlandia o Reino Unido.

Estamos con los idiomas, incluido el inglés, que ya casi no hace falta, porque enseguida tendremos la traducción automática en tiempo real. ¿Y el pensamiento computacional? Los chavales debieran pensar que tienen que hablar con las máquinas, conocer su lenguaje.

Desde la educación Primaria, cuando los niños juegan, a la Secundaria y, por supuesto, en la Universidad, debiera producirse una hibridación de la computación con todas las materias. El cambio es aceleradísimo. Llega Airbnb, una aplicación creada por unos chicos que compite con los hoteles, o Uber, que da jaque a los taxistas. Dos casos que ponen todo patas arriba. Pues bien, estas dos aplicaciones probablemente tengan los días contados con la tecnología blockchain, que establece una gran disrupción, de manera que en unos años todo lo que sea intermediación se habrá acabado. Ante esto, lo que se ha de hacer es instruir: educación, educación, educación.

Sugiere que estamos ante un cambio que no conduce a una meta, sino que es un cambio continuo. Detrás de cada innovación que pone todo patas arriba, hay otra perspectiva de transformación más profunda.

Exacto. La idea de cuanto más mejor se puede aplicar a otros campos, no a la nutrición. Un exceso de compuestos beneficiosos puede ser perjudicial. Un batido verde un día es saludable, pero tomarte un litro todos los días deja de serlo. La gente me pregunta: «¿Este alimento es sano?». Yo le digo: «Enséñeme lo que come a lo largo de una semana y entonces le digo si su dieta es saludable».

Hay tecnologías y propuestas empresariales que van quedando obsoletas, pero habrá un cierto nivel de estabilidad una vez que se produzcan avances en las comunicaciones. En el World Mobile Congress, las conexiones 5G Huawei demostraban en tiempo real que se podía realizar una descarga de veintiocho gigas en un segundo. Imagina un nivel de procesamiento cuántico que superará todas las barreras. Una vez establecido ese sistema y salvados los riesgos de que no obedezca al bien social, será estable si atendemos a una perspectiva de unos treinta años, como estamos haciendo. Al hombre se le permitirá ser el dueño de sus emociones. Hemos pasado de una filosofía con grandes cuestiones aún no resueltas, pues cuando una se despejaba se abrían otras muchas más, a un periodo en que la tecnología ha tomado el mando. Pero probablemente la tecnología pueda liberar al hombre de un sistema de empleo que en muchos casos no genera valor. La inteligencia artificial y la automatización, la robotización, la cirugía robótica, etc., nos puede liberar para la generación de empleos más creativos, para fomentar el pensamiento filosófico, para promocionar el desarrollo de las emociones?

Por lo general la tecnología es vista como un mecanismo de ataque al humanismo, al que se supone desprovisto de impregnaciones artificiales?

Hasta ahora, es posible que no falte razón a quien tenga esa mentalidad. La tecnología ha sido un reto, un fin en la sociedad? Pero si estamos haciendo prospectiva lo cierto es que la tecnología va a liberar una importante cantidad de trabajo. En realidad, la economía que hemos venido explicando está en crisis. Contamos a los alumnos que la economía es el arte de asignar los recursos escasos, y que lo son la economía y el empleo. La tecnología, sin embargo, hace que ni el capital ni el empleo sean escasos. Por tanto, el paradigma en que se basaba el mercado está en crisis. El big data descubre que cada persona tiene un precio. Véase Ryanair: según te conectes desde un lugar o una hora determinada los billetes tienen distinto coste. Los precios empiezan a estar personalizados según el lugar, el día o la hora. Todo esto conduce a que la teoría convencional de la economía esté cuestionada. El paradigma convencional en que se basa la economía está en crisis, pues se está redefiniendo.

¿Y el empleo? Todo esto parece prever, al menos en una primera lectura, una masa muy importante de personas que quedarán en el paro. ¿Cómo se incorpora la gente a estos nuevos trabajos?

En el empleo hay que distinguir entre el corto plazo, un periodo de unos pocos años, y el largo plazo. En el corto, habrá un proceso de readmisión de recursos muy acelerado. Vienen saliendo universitarios que reciben el título y la jubilación anticipada a la vez. El título no aporta nada. Imagínate que en vez de estudiar el modelo de futuro sales con una formación tradicional. Esto no sirve para nada, sino para ser crítico y reaccionario respecto a la realidad que se impone.

Lo más urgente ahora es la capacitación y la reeducación profesional de jóvenes y mayores a fin de adaptar sistemas. Hay que formarse para trabajar con la tecnología: con blockchain, con inteligencia artificial. Los médicos, los arquitectos, los ingenieros, etc. deben cambiar su instrumental. Esto, digo, a corto plazo. A más amplio plazo el problema es otro, pues van a cambiar los empleos convencionales. Hay que establecer un concepto de empleo que no esté basado tanto en la capacidad de generar valor para la empresa como para la humanidad. Vamos a un empleo hedonista, que genera placer, que se basa además en la cohesión social. La contrapartida será una renta básica que permita una redistribución de la riqueza.

Usted es optimista, pero no puede ignorar que existen los apocalípticos. ¿Qué les diría?

Hay que escucharlos atentamente, porque ofrecen pautas para evitar riesgos. Otra cosa es que nos paralicen. Aquellos que se preguntan qué pasará si se pierde el control deben tener audiencia o de otro modo seríamos muy ingenuos. Hay que atender esas opiniones, pero no podemos ponernos en modo pánico. El ser humano quiere plantar un árbol, y sabe que una máquina lo puede hacer mejor que él, pero piensa: voy al campo, me doy el lujo de caminar, y lo planto yo. ¿Cuánta gente hay en la ciudad que quiera plantar un árbol en el campo? Miles de personas. Los perros robóticos tiene la ventaja de que no hacen sus necesidades y puedes apagarlos en cualquier momento, pero hay quien dice: no, yo quiero un perro de verdad. Pues claro. El ser humano no es idiota, y quiere disfrutar personalmente de plantar un árbol o de convivir con un perro de verdad. Pero la elección será libre.

Habrá clínicas que no admitan robots para atender a los enfermos, que preferirán a un enfermero. Pero también las habrá completamente robotizadas. Empezamos transportando bloques de piedra con nuestras manos hasta que se inventó la rueda, y hubo un tiempo en que se suponía que los hombres perderían la memoria hasta que se inventó la imprenta. Fíjese la cantidad de empleos que se inventaron alrededor de la rueda o de los libros. La tecnología es una gran oportunidad, y si después tenemos que ocupar a millones de personas en conquistar Marte, el reto no puede ser más interesante.

Glosamos la parte positiva de la tecnología. Pero vemos que el espionaje ruso interfiere en elecciones políticas a través de estos recursos; Facebook vende sus datos para hacer publicidad directa en favor de un determinado candidato; las famosas fake news? .

Sé que mi reflexión es atípica y puede levantar alguna ampolla, pero lo digo con toda humildad. Somos excesivamente preventivos en lo que se refiere a la privacidad.