P Mejor empezar por el principio. ¿Cómo, cuando y por qué nació Singularu?

R Empezamos siendo un market place en el que hacíamos de intermediarios poniendo en contacto a clientes con artesanos. Un mueble a medida, un objeto de decoración, una joya... Con ese modelo no vendimos nada, pero dentro de la nada, lo que mejor funcionó fue lo de las joya. Desde el principio, nuestro ADN ha sido entender y analizar los datos. Así que, a partir de ahí, nos lanzamos a la joyería, seguir con los artesanos y ver qué tal. Como tengo estudios de joyería y conocía la parte de organización, diseñé trece modelos y se los dimos a los artesanos y nuestra sorpresa fue que por internet se vendieron muchísimos. Fue entonces cuando decidimos lanzar una docena de novedades todos los meses, fijándonos en lo que querían los clientes y vendiendo las piezas a un precio asequible. Ahí arrancó Singularu en junio de 2014.

P Como en el caso de otros muchos emprendedores, lo sois todo gracias a Internet.

R Empezamos, hablo en plural porque esto lo creé junto a Paco Tormo, con pocos recursos y muy poco dinero, así que la forma de llegar al cliente era la vía online porque nos permitía tener alcance nacional sin la inversión ni la necesidad de montar un punto físico de venta.

P Nacisteis y crecisteis como un negocio online pero habéis abierto tiendas físicas. ¿Responde a un por qué?

R Todo ha ido rodado y ser un negocio online lo llevamos en el ADN. El año pasado, cuando nos teníamos que cambiar de oficina, pensamos montar esta tienda (Conde Salvatierra) tomándonoslo como una prueba piloto para ver si tener un punto de venta era válido. La prueba funcionó y ya llevamos cuatro, paralelamente la vía online sigue funcionado de maravilla. El negocio lo tenemos centralizado en España pero ya nos hemos preparado logisticamente y lanzado a vender a Francia, Alemania, Italia, Reino Unido. Abrir es muy fácil pero servir es muy difícil.

P ¿Siempre quisiste ser dueña de tu negocio?

R Es algo que siempre he tenido en la cabeza. Nacimos en Demium que es una incubadora que lanza proyectos. Allí conocí a Paco Tormo, el CEO de la empresa, y le dimos vueltas a la idea de crear algo propio y hacerlo crecer. Pero la verdad es que esto va tan rápido que una no es consciente de donde está hasta que echa la vista atrás y piensa ‘madre mía, han pasado cuatro años y de no ser nada mira lo que es hoy Singularu’. Estamos en el proceso de crear un gran imperio pero, tenemos tanto margen de crecimiento que asusta.

P Hablas de imperio y estáis en camino. Acabáis de desembarcar en Madrid y os instaláis en la Milla de oro. Ahí es nada.

R Tenemos tienda en Velázquez y Princesa. Queríamos abrir en Madrid y, tras analizar los datos, vimos que nuestra gran base de clientas era de allí, así que antes de abrir, lanzamos una encuesta y les preguntamos por dónde solían ir de compras. Muchas nos dijeron que iban por el Barrio de Salamanca, así que cogimos la mochila y nos fuimos a buscar local hasta encontrar uno que encajara.

P ¿Preparados para franquiciar?

R Las cuatro tiendas que tenemos son en propiedad, pero vamos a empezar ya con el negocio franquiciado. Creo que este modelo empezará de cara a 2019.

P ¿Es diferente el consumidor online al que acude a la tienda física?

R Con la tienda estamos captando a un público, por una parte más joven, y, por otra, más maduro. Los datos nos decían que nuestros nicho era de 25 a 35 años y con las tiendas vemos que el cliente ronda los 18 y los 45-50 años. De esto aprendemos que tenemos que ampliar el catálogo.

P Como diseñadora, ¿en qué te inspiras para crear?

R Cuando empecé miraba a los grandes pero ahora, con los datos y los históricos en la mano, soy más fiel a mis clientas. Ahora hacemos piezas de mas calidad y más adaptadas a lo que nos están pidiendo. ¡Me acuerdo perfectamente de la primera colección que lanzamos!

P ¿Qué sientes al ver que tanta gente lleva tus diseños?

R Es increíble y como vamos tan acelerados es algo que no me acabo de creer. Cuando echo la vista atrás, no me lo creo. Lo que nos gusta es que nuestra joyas estén en la calle y la gente hable de ellas.El año pasado vendimos casi 90.000 unidades de producto. ¡Me encanta ver mis piezas! Al final vendemos alegría, porque vendemos un producto y un complemento para que la mujer se sienta guapa.

P Y es curioso, trabajáis con un producto femenino que compran muchos los hombres.

R Y cada vez más. Antes pensábamos que éramos un marca de chicas para chicas pero a medida que la marca va cogiendo fuerza es un regalo que compran los chicos para regalárselo a las chicas.

P ¿Os planteáis ampliar el catálogo a piezas de hombres?

R A día de hoy no. Si algo aprendimos en Lanzadera es poner el foco en lo que se hace, y lo que se hace, hacerlo lo mejor posible. Nos queda tanto por aprender y tanto por mejorar que con hacer joyas para chicas es más que suficiente. Nosotros ahora, todos los meses lanzamos una docena de piezas en los que además del diseño nos tenemos que adaptar a unos procesos de fabricación, a unos tamaños y a unos procedimientos y a partir de ahí lo que hacemos es industrializar los productos. De momento, con eso es suficiente.

P ¿Cuantos empleos da Singularu?

R Unas cincuenta personas tienen un ingreso por parte de Singularu.

P Si hace cinco años te cuentan esto, ¿te lo crees?

R No, imposible. Pero hemos hecho mucho trabajo y esfuerzo por conseguirlo.