Las autoridades españolas están recibiendo casi bajo palio al presidente chino Xi Jinping, el nuevo adalid del libre comercio ahora que los Estados Unidos de Donald Trump tienen querencia por el proteccionismo. Los gobiernos chino y español van a firmar durante la visita de Estado varios acuerdos que permitirán la entrada en el gigante asiático de productos hispanos como la uva de mesa y derivados del cerdo como el jamón con hueso. No está mal, afirma el catedrático jubilado de Historia e Instituciones Económicas, Jordi Palafox, pero es claramente insuficiente porque el comercio bilateral entre ambos países -incluyendo, por descontado, a la Comunitat Valenciana- ha alcanzado un nivel de desequilibrio «peligroso», especialmente a largo plazo.

Balanza comercial con china

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En efecto, los últimos datos ofrecidos ayer a este diario por la Cámara de Comercio de València revelan la enorme distancia que hay entre lo que la autonomía vende (531 millones al cierre de 2017) y compra (3.039 millones) a China. En resumen, el déficit comercial supera los 2.500 millones. En el caso de España roza los 20.000. Se trata, además, de un desequilibrio creciente. Los datos que maneja el propio Palafox revelan que en 1996 ese déficit era de solo 213 millones. Desde entonces, esa magnitud no ha hecho más que crecer. En 2008, alcanzó su máximo hasta 2017, con 2.381 millones. Fue el año de inicio de la crisis y se produjo un frenazo en seco que ha costado una década en recuperar.

Palafox asegura que el libre comercio que defiende China tiene su truco, en especial por unos costes más baratos y, en una dictadura, como es, sin libertad sindical, lo que merma los costes laborales. El catedrático explica que «el desequilibrio comercial implica que China aprovecha el comercio bilateral para incrementar su economía, mientras que la valenciana se resiente». Y es que, aunque a corto plazo «comprar más barato sea bueno para la Comunitat porque eleva la renta disponible de las familias», a largo plazo es muy negativo «porque debilita a la economía». No hay que olvidar que «las importaciones restan del PIB y las exportaciones suman». A modo de conclusión, Palafox aboga por tratar de «reequilibrar la balanza comercial» con China mediante una apertura mayor del mercado del país asiático a productos de valor añadido que no sean precisamente las uvas y el jamón, que también.