La segregación ocupacional va en dos direcciones. Una es vertical y alude a la escala jerárquica. Aquí, las posiciones más altas las ocupan mayoritariamente los hombres. La otra es horizontal y pone de manifiesto cuál es la concentración de uno u otro género en las diferentes ramas de actividad económica. En este segundo caso, también los varones están en ventaja. Y es que un 53,7 % de las profesiones están masculinizadas, es decir el porcentaje de trabajadores hombres es igual o superior al 65 % del total. Un 31,5 % de las ocupaciones está feminizado y solo el 14,8 % son paritarias. Esta distribución se explica también por el hecho de que en España hay más ocupados varones (10,6 millones al cierre del tercer trimestre de 2018) que mujeres (8,8 millones), según un estudio sobre segregación de género en el mercado laboral elaborado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) y la Fundación BBVA.

El documento explicita que las ocupaciones consideradas como masculinizadas incluyen, entre otras, a directores ejecutivos de empresas y de la administración pública, profesionales en físicas, química, matemáticas, ingenierías y tecnologías de la información y la comunicación. Todos ellos, oficios de alta cualificación. También predominan los varones en profesiones menos glamurosas como mecánicos, trabajadores de la construcción, especialistas en electricidad, conductores de transporte o trabajadores en protección y seguridad.

Las mujeres tienen mayor protagonismo en sectores como la sanidad, la enseñanza, pero también como administrativos, cajeros, dependientes de tiendas o empleados de agencias de viaje y recepcionistas. La paridad entre ambos géneros se da en oficios como camareros, vendedores (excepto tiendas), profesionales de la cultura o de apoyo en servicios jurídicos y sociales y empleados de bibliotecas y correos.

El citado informe precisa que esta composición del empleo tiene su traslación a los sueldos: «Si una determinada ocupación es remunerada por el mercado con salarios altos y está masculinizada, significa que las mujeres presentan mayores dificultades que los hombres en acceder a esa remuneración salarial y, por tanto, las diferencias salariales pueden aumentar».

Así las cosas, en las ocupaciones masculinizadas la diferencia entre el salario medio por hora que reciben hombres y mujeres es mucho más elevada que en las ocupaciones paritarias y feminizadas. En concreto, en las que predominan los varones, las féminas cobran en promedio un 14,7 % menos por hora, mientras que en las paritarias esta diferencia se reduce en un 43 % hasta situar la brecha en el 8,4 %.

Por su parte, en las profesiones donde las mujeres son mayoría, también los hombres reciben más por hora, en este caso, un 11,1 %, que las mujeres, incluso cuando aquellos representan menos de un 35 %. Por tanto, concluye el documento, «aunque presenten menor brecha que las ocupaciones masculinizadas, esta sigue siendo un 24 % mayor que en los trabajos paritarios». Asimismo, «conforme la segregación ocupacional disminuye y hay más paridad en las ocupaciones, también se reducen las diferencias de remuneraciones entre ambos géneros».

El IVIE y la Fundación BBVA consideran que, para disminuir o erradicar esas distancias, sería recomendable «reducir al máximo la segregación» de forma que «los individuos se distribuyesen en las diferentes ocupaciones de acuerdo con su nivel educativo y formación y no en base a su género».