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Entrevista

Palafox: "La economía valenciana ha entrado en un proceso de declive"

El catedrático considera inevitable la decadencia si las políticas públicas no dejan de orientarse hacia sectores poco competitivos - Afirma que los grupos de presión y ciertas empresas en la autonomía solo defienden la estructura productiva que les beneficia

Palafox: "La economía valenciana ha entrado en un proceso de declive"

Es aquello del árbol que no deja ver el bosque. Preocupados por las incertidumbres coyunturales -el bréxit, la incipiente guerra comercial o la subida de tipos- no estamos prestando atención a las turbulencias de enorme calado que están conduciendo a la economía valenciana al declive. «Frente a la inmensa mayoría» de estudios «en donde se considera la estructura productiva existente como el resultado del funcionamiento del libre mercado y de la especialización según sus ventajas comparativas, aquí, por el contrario, se considera a la misma consecuencia, en gran medida, de la interacción entre las presiones de los grupos de interés y el acomodo a éstas de las políticas públicas».

Dicho de otra forma, las administraciones están dirigiendo sus esfuerzos inversores hacia un modelo productivo acorde con las reclamaciones empresariales predominantes, la mayoría de ellas poco competitivas, en lugar de orientarlas hacia una economía que eleve la productividad y por consiguiente los salarios y el nivel de vida. De hecho, de no cambiar la tendencia, «el resultado será la consolidación de la Comunitat Valenciana dentro del grupo de países que compiten en el mercado global en base a sus bajos salarios. Esto es: en base al deterioro del nivel de vida de sus habitantes».

Esta es la tesis principal de la ponencia que el catedrático jubilado de Historia e Instituciones Económicas de la Universitat de València Jordi Palafox defendió en una reciente mesa redonda sobre esta materia que se celebró en el marco de un congreso organizado por la Conselleria de Transparencia sobre pasado y presente de la Generalitat. El estudio «El futuro económico de los valencianos: compitiendo con bajos salarios» esboza un panorama escasamente alentador.

Globalización

Palafox concluye que, «coincidiendo con el inicio del auge de la globalización, la economía valenciana ha entrado en un proceso de declive», con unos ingresos de los asalariados «entre los más bajos de España». Un 8 % inferiores a la media. Un 25 % menos que los madrileños. En su opinión, ese bajo nivel no es una sorpresa por el «escaso aumento de la productividad», que es la que la madre de todas las remuneraciones. «De modo sostenido desde hace casi cuatro décadas, el nivel de renta de los valencianos viene separándose del existente en la España rica o, lo que es lo mismo, viene aproximándose a la España pobre». De «seguir todo igual en el futuro próximo, no es descartable que el PIB por habitante de los valencianos llegue a ser la mitad del de los madrileños». Afirma el catedrático que, para «revertir» la trayectoria citada, se ha insistido entre los economistas en la necesidad de modificar el modelo productivo, el «eufemismo más utilizado en relación con la estructura sectorial: su especialización productiva es consecuencia natural del funcionamiento de los mercados competitivos». Dicho de otra forma, «la preponderancia de actividades, sea en la industria o los servicios, dominadas por microempresas, la mayoría de modesta productividad, tanto porque su actividad requiere empleos de baja cualificación como por las lagunas en la capacidad empresarial, sería la consecuencia de una interacción libre de interferencias entre la oferta y la demanda».

Diagnóstico

Palafox afirma que lo anterior «es falso», porque en el diagnóstico «se ignora por completo la presencia de intervenciones institucionales bien en forma de comportamientos clientelares, bien de posiciones de dominio. Lo cual, a su vez, permite soslayar que en la economía valenciana los grupos de presión (o las posiciones de dominio de algunas empresas) funcionan con notable eficacia. Por supuesto, a la hora de defender sus intereses, que no son otros que la permanencia de esa estructura productiva de la que se benefician».

Preguntado sobre la identidad de esos grupos, el catedrático jubilado citó a los promotores y constructores, a los hoteleros o al mismo lobby Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), que influye «en las políticas normativas y de inversión».

Palafox considera que la citada especialización es fruto de la «escasa vinculación de la inmensa mayoría de las empresas valencianas con las nuevas formas de producir surgidas con el avance de la globalización» y de las políticas públicas, incapaces estas últimas «de articular un marco de incentivos, tanto normativos como presupuestarios, con el objetivo de orientar la inversión hacia actividades capaces de generar un mayor aumento de la productividad».

En su opinión, para afrontar el declive, hay que vencer dos obstáculos: «La pleitesía de la administración autonómica hacia las presiones de esos grupos de presión y los sueños de una economía valenciana autárquica, capaz de progresar aislada de las tendencias dominantes en el mercado global».

Palafox añade que «lo preocupante del caso valenciano es que la lenta recuperación del PIB [tras una crisis que para la autonomía tuvo el impacto de la Gran Depresión de los años treinta] se está produciendo sin alterar las insuficiencias crónicas de su estructura productiva. Hoy, como antes de 2007, los principales sectores de creación de empleo vuelven a ser construcción y hostelería. El resultado es que las ganancias de productividad son modestas y, por tanto, modestas son las posibilidades de mejorar los salarios. A lo que se añade el elevado nivel de temporalidad laboral». En su opinión, «resulta discutible defender como solución a los desafíos a los que nos enfrentamos fomentar el aumento del peso de esas actividades».

Dos polos

Concluye este experto que «el avance de la globalización ha concentrado la posición de las economías en torno a dos polos. En uno se sitúan aquellas en donde se generan las nuevas tecnologías. En el otro, aquellas con niveles de vida mucho menores pero con una mano de obra con preparación suficiente para producir o ensamblar (de momento no idear ni diseñar) a un coste inferior la mayor parte de los bienes y servicios conocidos». Si la tendencia actual de la economía valenciana no se modifica se hundirá irremediablemente «en el polo cuya competitividad se basa en salarios bajos».

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