Si la próxima Navidad el centro comercial Gran Turia decide montar un circo en su aparcamiento, posiblemente le crecerán los enanos. Este enclave comercial ubicado en Xirivella, literalmente pegado a València, ha esperado cinco años una sentencia favorable de los tribunales para poder abrir en domingos y festivos con el mismo régimen del que disfruta la capital.

En mayo pasado, la Audiencia Nacional le dio la razón, tras sufrir desde 2013 un agravio comparativo que situó al centro en un círculo vicioso: fuga de grandes marcas por la menor afluencia y menor afluencia por la desaparición de las cadenas más atractivas.

Poco ha durado la alegría. La Conselleria de Economía ha hecho una lectura restrictiva de la sentencia y, a partir de 2019, el centro volverá a sufrir el agravio que empuja a la clientela a la cercana competencia de los centros comerciales Nuevo Centro, Aqua o El Saler. Solo podrá abrir dos días más al margen de los once festivos aperturables con que cuentan los municipios sin libertad horaria.

Con todo, los problemas de este centro van más allá de la cuestión de los horarios. En estos momentos, sufre una alarmante caída de firmas y de público. Según los paneles informativos del propio centro, en estos momentos Gran Turia cuenta con poco más de 40 enseñas en sus casi 60.000 m2. Al margen de estas, la cadena de hipermercados Carrefour, el gran tractor del centro, hizo una declaración de intenciones hace un año al reducir su superficie de venta a la mitad, cerrando toda la planta baja que ha quedado convertida en un páramo.

Esta reducción, en septiembre de 2017, motivó la renuncia definitiva de algunas tiendas de la planta baja y el traslado de otras. Se suman a las decenas de locales deshabitados que dan a la galería un aspecto desangelado: hasta 25 locales vacíos se cuentan en un breve paseo, además de la segunda planta, que nunca ha sido comercializada desde la apertura del centro, en 1993.

«Da vergüenza. Trabajo aquí desde 1993 y daba gusto. ¿Qué se puede esperar de un centro que no tiene un Zara?», lamenta el encargado de una tienda de zapatos.

La falta de grandes marcas que generen afluencia es uno de los grandes males. Con el cierre de Pull &Bear, Inditex ya no cuenta con ninguna de sus firmas en Gran Turia. Cortefiel, Women'secret o Springfield son algunas de las tiendas de moda que resisten, además de algunos referentes de restauración y un operador de cine.

Curiosamente, la apertura en domingos tampoco se ve con mucha esperanza a pie de tienda, donde no parecen muy satisfechos con la propiedad: «¿Bonaire (Aldaia) necesita un domingo para llevar gente? Trae marcas. Que abras un domingo no te va a incrementar la afluencia, si hay tiendas se vende», lamenta el mismo comerciante.

«La gente no se acuerda de nosotros, estamos mal comunicados», lamenta otra comerciante, que apunta a la desconexión como el hándicap para el centro. Sin metro; con una parada de bus que se ha alejado; tan enclavado en la trama urbana que se hace difícil llegar desde los grandes municipios de l'Horta Sud (Bonaire absorbe esa demanda), y orillado en las preferencias de los clientes de València, donde tiene mucha competencia.

Gran Turia pertenece al gigante francés del retail Klépierre desde que en 2015 se hizo con la firma holandesa Corio, que gestionaba el centro. Poco se sabe de los planes de futuro de Klépierre, que no ha atendido a las llamadas de este diario durante el último año y que ni siquiera tiene un representante presente en el día a día del centro. Gran Turia es uno más de sus 19 centros en el mercado ibérico, donde cuenta con más de 815.000 metros de superficie bruta alquilable, entre ellos Plenilunio en Madrid o Maremagnum, en Barcelona.

Fuentes del sector inmobiliario aseguran que desde hace tiempo Gran Turia está en venta, pero se trata de una operación muy complicada. ¿Los motivos? La caída de ventas, la fuga de marcas y un precio por encima del mercado. Las mismas fuentes señalan incluso que el grupo francés llegó a tener un plan de inversión, pero con la salida de marcas ha decidido no invertir para vender.

Corio, de hecho, presentó en 2013 un ambicioso plan de 65 millones para reconvertir el enclave en un centro de ocio a la manera de los nuevos diseños que buscan captar afluencia a través del entretenimiento. La marea de la crisis se llevó aquellos planes por delante.