La economía sumergida continúa siendo una realidad en el mercado laboral de la Comunitat Valenciana, aunque es inferior a la registrada durante la etapa de la burbuja inmobiliaria, que estalló en 2008. La última Encuesta de Población Activa (EPA) revela un volumen de ocupados de 2.062.700 personas al concluir el año 2018, una cifra que no se corresponde ni de lejos con las cifras de afiliación a la Seguridad Social registradas por el Ministerio de Trabajo y que situaban el número de cotizantes en 1.852.100 trabajadores (se incluyen tanto asalariados como autónomos); es decir 210.000 menos que la gente que declaraba tener una ocupación.

La diferencia mostrada en estos dos indicadores del mercado de trabajo representa alrededor del 10 % de la población activa en los centros de trabajo de la Comunitat Valenciana (gente ocupada pero sin cotizar) y representa un porcentaje similar al del año anterior, cuando también había una diferencia superior a las 200.000 personas entre ambos «ratios».

La organización profesional de técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha) asegura en su último informe que la Comunitat Valenciana tiene un 27 % de su economía sumergida, con el «impacto negativo» que supone en la recaudación y en los beneficios sociales para los trabajadores. El presidente de Gestha, Carlos Cruzado, reveló recientemente que la autonomía tendría un cantidad equivalente al 27 % de su Productos Interior Bruto (PIB) fuera de los controles del fisco, frente al 24,6 % de la media del resto del Estado.

¿Por qué esa diferencia entre la EPA, que elabora el Instituto Nacional de Estadística, y el Ministerio de Trabajo? En opinión de los expertos, estas distorsiones tienen sobre todo una causa fundamental: el método de elaboración de encuesta de la EPA, que es anónima, no pregunta al empleado si está dado de alta como cotizante y por eso se anota como ocupado aunque no figure en las listas de la Seguridad Social. Así, un notable número de eventuales (el 92 % de los que se realizan cada mes) no cotizan. Según el profesor de Economía de la Universitat Jaume I y miembro del Instituto Interuniversiario de Desarrollo Local Vicente Castelló «el trabajo irregular siempre ha existido. Sobre todo en épocas de mayor crecimiento de la economía y cuando tiran del carro del empleo los sectores más vinculados con el empleo eventual. La economía sumergida impera en la hostelería, en bares y cafeterías, cuyo personal tiene trabajo a tiempo parcial; así como en actividades agrarias tan características en el campo valenciano».

Según Castelló, «en plena burbuja había mucho empleo irregular y el número de ocupados era bastante superior al de cotizantes. Eso se ha corregido desde la crisis económica porque las empresas han prescindido de estos puestos de trabajo en pymes y micropymes», agrega.

Situaciones irregulares

El secretario de Acción Sindical de CC OO-PV, Daniel Patiño, relaciona el elevado porcentaje de economía sumergida con la «enorme cantidad de contratos inferiores a una semana de duración», una situación que se repite a diario en las citadas actividades del ámbito de la hostelería. El dirigente sindical aboga por impulsar el papel de instrumentos como el Observatorio del Empleo para «corregir deficiencias del mercado laboral».

Patiño destaca que una prueba «clara» del volumen de economía irregular es que en el tercer trimestre del año (verano) se contabilizan menos horas extraordinarias, según el INE; con lo que «todo parece indicar que es cuando hay más horas sin declarar». Además, en los últimos trimestres existe intensa actividad en comercio y hostelería pero baja la contratación.