En el último lustro, el sistema financiero español ha pasado de una situación de severa crisis, con problemas de liquidez e insuficiente capitalización, a estar saneado. Eso no quiere decir que tenga los deberes hechos. Al contrario, cara al futuro afronta tres retos mayúsculos relacionados con la rentabilidad, la reputación y la revolución tecnológica. Este es el diagnóstico sobre el sector bancario que ayer hizo el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, en la conferencia con la que se inauguró en Feria Valencia la décimosegunda edición de Forinvest, el certamen de los servicios financieros.

Respecto de la segunda, Goirigolzarri dejó claro un mensaje y es que el sector aún «no ha recuperado el prestigio social» tras el impacto sobre su imagen que ha tenido la crisis. Los ahorros «fueron rescatados», pero los bancos han sufrido recortes en su estructura, en su número y en sus empleados (80.000 menos) y los accionistas «han cargado con 300.000 millones en provisiones contra resultados», dijo el presidente de la entidad con sede en València, quien añadió que, pese a todo, «hay que escuchar lo que reclama una sociedad que culpa a los banqueros de su bajada de nivel de vida».

En su opinión, «lo primero que hay que hacer es que los comportamientos respondan a unos valores y principios», un objetivo que es prioritario «para todo el equipo de Bankia». Goirigolzarri cree que «hay que explicar a la sociedad nuestro papel y que se nos vea como entidades útiles, que un sistema sólido es bueno para la economía y el nivel de vida de los ciudadanos».

Respecto a la rentabilidad, el presidente de Bankia afirmó que la situación actual «no es sostenible». Según su criterio, este problema se nutre por tres motivos. Unos tipos de interés en negativo desde 2016, lo que implica caída de ingresos. Un proceso de desapalancamiento de familias y empresas que se traduce en que el PIB ha crecido un 16 % en los últimos cinco años mientras el crédito ha bajado un 11 %. Por último, las exigencias de capital, que se han duplicado. Una normalización del crédito y el fin del desapalancamiento permitirán «volver a la normalidad».

Por último, Goirigolzarri destacó cómo las nuevas tecnologías influyen en todo el negocio bancario, «con nuevos jugadores que quieren romper el status quo», pero también con instrumentos novedosos que «permiten mejorar el servicio y hacerlo de forma más eficiente». «La tecnología es un arma que nos debe permitir mejorar el servicio a nuestros clientes», remarcó. Eso sí, exigió la «misma regulación para todos los agentes de mercado».

Competidores

En relación a los nuevos competidores, aseguró que Bankia ha decidido optar por la colaboración. De ahí el proyecto Bankia Fintech by Insomnia en la Marina del puerto de València, que en dos años y medio ha recibido más de 300 candidaturas de startup, de las que la entidad ha seleccionado 47. En un 60 % de los casos ha suscrito con ellas un acuerdo de colaboración. A la cuarta convocatoria se han presentado 126 candidaturas de 16 países, de las que «vamos a elegir 18».

Ya centrándose en la propia dinámica del banco que preside y sin salir de la revolución tecnológica, Goirigolzarri destacó la ambivalencia que suponen estos avances para los gestores. En Bankia, el 90 % de las operaciones se hacen ya a través de cajero o internet y una de cada cuatro compras se realiza por canales digitales. Sin embargo, al mismo tiempo el 80 % de los clientes asegura que ha ido a la oficina en el último año. De ahí que confesara desconocer la velocidad real del cambio, aunque sí añadió que los bancos «debemos invertir masivamente en tecnología para conocer al cliente», sin olvidar que este exige que «el banco le garantice la privacidad de los datos personales».

El presidente de Bankia reiteró, por último, que València es «un territorio muy importante» para la entidad. «Es nuestra casa, aquí nacimos como banco, y aquí tenemos nuestra sede social», concluyó.