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La banca española arranca el año con mal pie

La ralentización económica, los cambios normativos y los vaivenes de la Bolsa se han sumado para recortar las ganancias de cinco grandes entidades

La banca española arranca el año con mal pie

A la gran banca española se le ha atragantado el inicio de año. Tras los notables crecimientos registrados en 2018, la mayoría de entidades han visto recortados sus beneficios durante el primer trimestre, una tendencia de la que tan sólo se ha escapado Bankinter entre los grandes del sistema financiero nacional, y por los pelos. La ralentización económica en sus principales mercados, los cambios normativos, las retiradas que han sufrido los fondos de inversión tras el batacazo bursátil del pasado otoño, las menores plusvalías de sus carteras de renta fija y hasta el efecto calendario -con dos días menos laborales que en el mismo periodo del año pasado- se han confabulado para romper con la buena racha del sector. Una racha que, en el caso de las dos mayores entidades -Santander y BBVA-, les había permitido presentar a sus accionistas una mejora de sus resultados de forma ininterrumpida desde 2013.

Se trata de una mala noticia para un negocio que, además, ha visto recortadas notablemente sus expectativas de crecimiento este año, después de que el Banco Central Europeo haya retrasado la subida de tipos con la que contaban para mejorar su rentabilidad, y que mira cada vez con mayor preocupación la competencia que empieza tener por parte de las nuevas fintech y, sobre todo, de las grandes tecnológicas, como Google, Amazon o Facebook, que también quieren su parte del pastel.

En su conjunto, las seis primeras entidades han perdido un 11,6% de sus beneficios del trimestre, al pasar de los 4.694,3 millones que lograron entre enero y marzo de 2018, a los 4.145,3 de este año.

Aunque una parte de este recorte de beneficios se explica por las circunstancias particulares de cada entidad -CaixaBank, por ejemplo, ha echado en falta la aportación que suponían las ganancias de Repsol o el BBVA se ha visto obligado a afrontar mayores saneamientos en Turquía y Estados Unidos-, sí hay una serie de factores que han lastrado las cuentas de todo el sector, según apunta la analista de Renta4 Banco Nuria Álvarez. «En general, vemos que los márgenes de interés y las comisiones netas han tenido un comportamiento débil en el trimestre», señala la experta.

Uno de los motivos, como apuntaron los responsables de varios bancos durante la ronda de presentaciones de las últimas dos semanas y confirma la analista, es la nueva normativa IFRS 16, que cambia la forma en que las grandes corporaciones contabilizan los alquileres que ocupan y, en pocas palabras, les obliga a computarlo como una deuda, con su correspondiente reflejo en el activo y el pasivo de la sociedad.

Una modificación que también ha afectado, por ejemplo, al balance del gigante de la moda Inditex y que tiene especial importancia en el sector, que despliega buena parte de su red de sucursales y centros de negocio en locales arrendados.

Menos comisiones

Pero a la mayoría de los bancos también les han fallado este trimestre las comisiones de intermediación, que en los últimos años habían ganado protagonismo como fuente de ingresos del sector ante la caída de los tipos. La culpa es de la sacudida que sufrió la Bolsa en el último trimestre del año pasado, que ha llevado a que muchos inversores hayan retirado el dinero que tenían en fondos de inversión -las diferencia entre las nuevas suscripciones y las salidas superó los 500 millones en el primer trimestre-, a lo que se ha sumado que, «con un mercado plano, como el actual, también se mueve menos el dinero de los que permanecen», explica Álvarez. Tampoco la comercialización de seguros o planes de pensiones ha destacado especialmente.

Otro de los factores que han lastrado las cuentas del sector son los denominados «Resultados de Operaciones Financieras», que recogen la cartera de renta fija que se crea cada entidad para equilibrar sus riesgos y con la que, en los últimos años, también han conseguido notables beneficios para compensar la caída de la rentabilidad de lo que es el negocio puramente bancario de prestar y tomar dinero. Basta recordar que la mayoría de bancos hizo una buena caja con este tipo de operaciones al comprar y vender deuda pública.

Sin embargo, parece que ahora las entidades tienen dificultades para generar plusvalías con las inversiones que tienen en cartera o necesitan mantenerlas por el nivel de riesgo que tienen.

No se trata de una cuestión menor. El Sabadell, por ejemplo, ha pasado de ganar 226 millones por este método en el primer trimestre de 2018 a sólo 67,5 millones en el mismo periodo de 2019; y en el caso de Bankia la caída ha sido de 139 a 37 millones. En el Santander la diferencia ha sido de casi 270 millones de euros.

A todo esto hay que sumar que las entidades no consiguen frenar del todo la caída del saldo crediticio, ya que, sobre todo en el segmento hipotecario, la producción de nuevos préstamos, a pesar de su aumento sostenido, no compensa las amortizaciones de operaciones anteriores. Eso sí, los nuevos créditos suelen tener intereses mayores que los de aquellos que se amortizan, lo que compensa esta circunstancia.

Más allá de esto, también hay que tener en cuenta las circunstancias distintas de cada entidad. Así, para explicar la caída del beneficio en el primer trimestre, a las ya citadas de CaixaBank tras la venta de Repsol o de BBVA, con sus negocios en Turquía y Estados Unidos, hay que añadir los costes de reestructuración que ha afrontado el Santander en Polonia o el Reino Unido, según explicó la propia entidad, hace sólo unos días.

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