Los avances tecnológicos, basados en la digitalización y en el desarrollo de la robótica y de la inteligencia artificial, que se están produciendo a escala mundial, aceleran los cambios en el mercado laboral, ya que generan nuevas oportunidades de empleo, pero también pueden acabar con otros puestos de trabajo que son reemplazables. Al mismo tiempo, la llegada a la jubilación de los baby boomers (la generación nacida entre 1955 y 1975), la disminución permanente de la natalidad y el aumento continuado de la longevidad tiene importantes consecuencias económicas.

En este contexto, el asesor del Banco de España Juan F. Jimeno planteó ayer tarde en la conferencia "Crecimiento y políticas sociales en un mundo de profundos cambios tecnológicos y demográficos", integrada en el ciclo IvieLAB, que promueve el Ivie en colaboración con la Generalitat, la necesidad de modificar las políticas de protección para que sigan siendo efectivas. En su opinión, "en un escenario en el que la automatización avanza sustancialmente y la innovación tecnológica no repunta, será necesario reorientar las políticas sociales hacia la garantía de unas prestaciones básicas universales y reducir las prestaciones tradicionales del Estado del Bienestar basadas en criterios contributivos", según informó el instituto en un comunicado.

Para Juan F. Jimeno, la conjunción e interacción entre los cambios demográficos y tecnológicos plantea varias cuestiones sobre las que la investigación económica está aportando nuevos resultados. Por un lado, hay razones para pensar que los cambios tecnológicos en curso son más disruptivos que los observados en el pasado y causarán un mayor desplazamiento de trabajadores, ha destacado. Además, "es probable que en el futuro los cambios demográficos provoquen un menor crecimiento de la productividad y menos innovación tecnológica, ya que la digitalización y la robotización podrían no compensar los efectos sobre la producción y la productividad de la disminución de la población en edad de trabajar y de su envejecimiento. Así, podrían registrarse disminuciones del crecimiento de la renta per cápita de hasta dos puntos porcentuales".

Ese nuevo contexto demográfico y tecnológico obliga a replantearse las políticas sociales, ha continuado explicando Jimeno, que plantea tres escenarios diferentes: uno continuista en el que las políticas sociales se verán confrontadas con menores posibilidades de financiación mediante transferencias intergeneracionales; otro de cambio radical en el que sería necesario implantar algún tipo de renta básica universal, y un tercero, quizá el más probable, en el que innovaciones tecnológicas inesperadas exigirán nuevas ideas y nuevas formas de diseñar las políticas sociales.

Jimeno también abogó por rediseñar las relaciones laborales para permitir nuevas formas de trabajo necesarias ante los avances tecnológicos y las tendencias demográficas. En este sentido, aseguró que el capital humano en España no es peor que en otros países pero sí que hay instituciones laborales que no son muy favorables a la adaptación que se necesita en un entorno de cambios tecnológicos.

Una negociación colectiva que no permita nuevas formas de trabajo y nuevas formas de organización del trabajo que ponga barreras a la aparición de nuevas empresas dificulta esa adaptación, ya que la posibilidad de desarrollar trabajo de forma más autónoma y no dependiendo de una empresa va a cambiar las relaciones laborales y las formas de empleo, explicó, según Efe.

En este contexto, la reforma laboral sirvió para proporcionar la devaluación de salarios que era necesaria durante la crisis pero ahora se está hablando de un nuevo estatuto de los trabajadores y de repensar las relaciones laborales porque ya no sirven las actuales.