Continua el goteo de ajustes de empleo. Banco Santander anunció ayer su intención de prescindir de más de 3.700 empleados en España, el 11 % de su plantilla, y cerrar el 26 % de sus oficinas, 1.150. Esta medida forma parte del Expediente de Regulación de Empleo (ERE) planteado por la entidad tras la integración con Banco Popular. El proceso afectará principalmente a la red comercial, a sus estructuras de apoyo y también a los servicios centrales, con objeto de «racionalizar solapamientos, redundancias y duplicidades», una vez finalizada la integración tecnológica entre los dos bancos, según explicó ayer un comunicado de CCOO después de que haya quedado constituida la comisión representativa a la que obliga el Estatuto de los Trabajadores, en la que este sindicato contará con 5 miembros.

Actualmente, el número de trabajadores del Banco Santander en España asciende a 32.366, y su red está compuesta por 4.366 oficinas. Las negociaciones entre el banco y los sindicatos comenzaron el pasado 6 de mayo.

Ajustes no traumáticos

Tras la presentación de sus resultados correspondientes al primer trimestre del año, en el que el beneficio se redujo un 10 % respecto al mismo período del año anterior, el consejero delegado, José Antonio Álvarez, aseguró que la entidad tiene «el mejor ánimo para que el proceso dure el menor tiempo posible».

Al término de la primera reunión con los sindicatos, el banco trasladó su disposición a acometer los ajustes de forma no traumática, es decir, con bajas incentivadas y prejubilaciones.

El expediente de regulación de empleo en españa forma parte un plan global por el que la entidad presidida por Ana Botín quiere reducir sus costes anuales en 1.200 millones de euros. Esta iniciativa es clave para el banco cántabro, que busca formas de compensar la merma de ingresos consecuencia del escenario de bajos tipos de interés que está erosionando las ganancias de la banca en Europa. El grupo, además, sufre la presión de los inversores que le exigen que mejore sus niveles de capital regulatorio, que están entre los más bajos de sus competidores regionales.

La entidad financiera obtuvo un beneficio atribuido de 1.840 millones de euros en el primer trimestre de 2019, un 10% menos que en el mismo periodo del año anterior. La reducción de las ganancias de Santander se ha debido a un cargo neto de 108 millones de euros con motivo de la venta de activos y reestructuraciones.