La crisis del gigante europeo de la touroperación Thomas Cook va a pasar de largo por la Costa Blanca. La relación con este grupo británico, uno de los grandes gestores de las masas turísticas que Reino Unido envía a todos los puntos de Europa cada verano, lleva años en retroceso, con lo que el impacto, en caso de que la compañía termine por quebrar, será menor.

La firma ha perdido en el último año el 90% de su valor en bolsa, y en los últimos días, junto con unas cuentas del primer semestre de su año fiscal que arrojan unas pérdidas de casi 1.900 millones de libras (seis veces más que las anteriores), la consultora EY ha puesto en duda su viabilidad. Eso ha precipitado el hundimiento.

¿A qué se debe? Difícil achacarlo a un solo motivo, apuntan desde el sector. Quizá un cóctel de causas: la caída del mercado británico por el brexit; la subida del coste del combustible; los problemas de los destinos tradicionales en el mediterráneo oriental, que se están recuperando a costa de precios bajos; la subida de los costes hoteleros, o la falta de adaptación a los cambios radicales que vive el sector, con clientes que prescinden de intermediarios y alojamientos tradicionales, pueden explicar la crisis.

Los hoteleros de Benidorm reconocen que la noticia «no es una sorpresa». Desde hace años, la touroperadora más antigua del mundo venía arrojando señales de debilidad. En 2010, sorprendió a los empresarios al cargarles un 5% de descuento extra para hacer frente a sus resultados.

Por todo ello, hay quien respira aliviado por la retirada de Thomas Cook de las costas valencianas en el último lustro. Este touroperador tradicional (con su propia flota de aviones, hoteles, una agencia mayorista, una red comercial y hasta un banco de camas hotesl4u, que ya cerró) dejó de operar de forma tradicional en la Costa Blanca en 2014. Hasta ese momento, gestionaba paquetes tradicionales con chárters propios hacia l'Altet.

Hoy, su presencia es menor. Según los datos que maneja este diario, en 2018 Thomas Cook tuvo una facturación de 8,7 millones de libras en 2018 en la Costa Blanca, con 15.200 clientes y casi 60.000 noches de hotel. Para 2019, la previsión era de 10,3 millones de libras, 18.300 clientes y 77.700 noches reservadas. No son unas magnitudes destacadas si se tiene en cuenta que, por ejemplo, para este verano ya hay 226.478 paquetes reservados en total.

De hecho, la Costa Blanca ha alcanzado picos históricos estos últimos años sin Thomas Cook. Otros gigantes de la touroperación han ocupado su lugar. Benidorm es una marca en sí mismo desde hace décadas y no depende de la apuesta de las compañías. Hoy son Jet2, seguida de TUI, quienes se han convertido en la gran pasarela de turistas entre Reino Unido y Alicante.

El problema económico que puede existir para los hoteleros, explican desde la patronal Hosbec, deriva de las reservas que se queden colgadas. Lo habitual es que los touroperadores paguen a sus proveedores hoteleros tres o cuatro meses después. Pero al no tener ya una operación vinculante, los establecimientos trabajan por lo general con Thomas Cook con fórmulas de pre-pago, lo que minimiza el problema. Y quienes no lo hacían, comenzarán a hacerlo ahora.

Al margen del impacto que pudiera tener la crisis de Thomas Cook, la capital de la Costa Blanca está logrando sortear sin grandes problemas los vaivenes del mercado británico. En la recién terminada campaña de invierno, la contratación de paquetes por parte de turistas de Reino Unido volvió a crecer, un 1%. Eso sí, para este próximo verano se está notando la incertidumbre. A 30 de abril, la caída se cifra en un 7%, un comportamiento peor que el de otros destinos españoles, afectado quizá por el incremento de las reservas a áreas turísticas del mediterráneo oriental, ya recuperadas, como Turquía (+25%), Egipto (+20%) o Túnez (+41%).