Cuando la empresa lo es todo para una familia que confunde los lazos afectivos con los contractuales, el amor, el dolor, la necesidad de reconocimiento y la búsqueda del afecto se pueden llegar a canalizar por medio de la empresa familiar. En estas circunstancias, el negocio no es el objeto de la unión, sino un instrumento de la vida familiar y de su espacio afectivo. Por esta razón, cuando el negocio es el flujo cuotidiano de la vida familiar, sus miembros pueden llegar a considerar que la empresa es el instrumento y no la finalidad del marco de relación que les une.

En estas familias, el negocio es el eje que vertebra la relación familiar, y por ende, es el espacio en el que se materializa el vínculo afectivo. Motivo por el que todos los escenarios familiares se desarrollan por y para la empresa, que de este modo, se convierte en el medio por el que se expresan los sentimientos: el deseo de reconocimiento y el dolor que se infiere por no alcanzarlo… Este es el drama familiar que suele acompañar a un buen número de negocios, cuyos titulares comparten lazos de consanguinidad y, al tiempo, la empresa conforma el espacio vital de su existencia.

En la mayoría de estos casos, se cumple el presupuesto de que por amor nos podemos cargar la empresa y al tiempo destruir a la familia, porque se confunden y entremezclan los lazos familiares con el negocio. Lo que supone que la empresa pasa a ser el instrumento que utiliza la familia para vehiculizar sus afectos, lo que aporta más dramas que placeres, porque suele comportar que la familia funcione al margen de las Leyes que se infieren de la actividad empresarial que comparten…

Esto es así, hasta el extremo de que, en algunos casos, el drama familiar forma parte del placebo que necesitan sus miembros para vincularse con el clan y de esta forma, tenemos familias psicológicamente enfermas por culpa de entender mal el binomio familia y empresa…, negocio y afecto…, aceite y agua…

Mantener vivo el negocio

Las personas de corazón bondadoso, motivadas por la buena fe y por el amor, pueden destrozar empresas y familias, cuando actúan fuera del marco que se infiere de las draconianas reglas del mercado, cuyos dictámenes deberían asumir para mantener vivo el negocio que comparten. Los seres humanos no son libres de actuar a su albedrío, sobre todo, cuando lo hacen en una actividad regulada por el mercado, porque para subsistir deben aportar eficiencia sostenida…

En las familias que confunden los medios con los fines y los lazos afectivos con los contractuales, todo se vuelve al revés. O mejor dicho, es el revés el que conforma la lógica con la que se gestiona el negocio y es el anverso para la vida familiar. Hasta el extremo de que en estos escenarios, con patologías familiares sostenidas, el revés es el anverso conocido, porque es el espacio en el que se desarrollan los comportamientos de los miembros del clan familiar, con independencia de los que se puedan inferir de la lógica del mercado.

Por esta razón, se adoptan decisiones que son irracionales para la mayoría de los mortales y absolutamente racionales para los miembros del clan familiar. Estas decisiones atentan contra de la racionalidad que se infiere de las reglas del mercado y, al tiempo, son objetivas y racionales para el clan familiar que las adopta, porque resuelven las disfunciones que se derivan de su escenario afectivo: el escalafón familiar, las luchas por el poder, las compensaciones afectivas…Por esta razón, constatamos como:

1.- Se eligen a líderes que no saben gestionar, pero que dirigen la empresa, para alcanzar de este modo el reconocimiento que se infiere de su condición familiar. Para estos directivos la gestión es el instrumento que utilizan para ser reconocidos y, por ende, apreciados por el clan familiar. Esta perspectiva familiar, les lleva a confundir los medios con los fines, porque el fin es el poder (o lo que es lo mismo, el reconocimiento familiar) y el medio, la gestión, que tan solo es un instrumento para alcanzar el afecto familiar. Afecto, que no se suele obtener de manera duradera, porque del fracaso solo se infiere otro fracaso mayor…Pensemos, que el mercado acaba reconociendo la mala gestión que la familia esconde con justificaciones banales y lo hace provocando impactos negativos en los resultados del negocio.

2.- Se prefiere matar el negocio, antes que ceder la gestión a un miembro de la familia, a quien no le corresponde asumirla por su posición en el clan. Esta es una actuación aparentemente ilógica para la mayoría de los mortales (porque atenta contra la racionalidad del mercado), pero al tiempo, puede tener toda la lógica del mundo para el universo familiar en el que se desarrolla, porque para sus miembros, es más importante el escalafón familiar que el resultado, porque se presupone que el mismo va a continuar siendo bueno a pesar de sus torpes actuaciones...”porque siempre hemos ganado dinero”… Ganar dinero aparenta ser poco importante para los actores enloquecidos por el afecto, porque se presupone que siempre lo van a ganar, porque es el resultado de un esfuerzo precedente que han hecho sus progenitores y que a ellos, se les ha otorgado la gracia de tenerlo por su condición familiar.

3.- Se anteponen los vínculos familiares a las decisiones empresariales, que comportarán graves perjuicios para negocio que comparten y por ende, afectarán gravemente a la familia, resquebrajando el vínculo familiar que les une.

4.- Se venden o adquieren negocios, sin considerar la racionalidad que se infiere de su coyuntura, porque importa más el impacto que provocan el escalafón familiar, que el contenido de lo que transaccionan…

Por esta razón, un buen número de empresarios y directivos capaces, dejan de serlo cuando se relacionan con los miembros de su clan familiar. Lo que supone que una misma persona es capaz de oler, destripar e intuir el comportamiento futuro de un colaborador, al que es capaz de desvestir con una simple mirada, pero se convierte en un inútil miope cuando tiene que hacer lo mismo con un miembro de su unidad familiar. La misma persona, el mismo directivo eficiente, lo es ante un tercero, pero deja de serlo cuando se relaciona con un miembro de su familia, al que le aplica los códigos que se infieren de su anverso que suele ser el revés para la mayoría de los mortales.

Todas estas actuaciones tienen su lógica desde la perspectiva de la vida familiar y, al tiempo, son una atrocidad para las mentes foráneas, que no entienden cómo se ejecutan acciones que atentan contra el negocio que comparten y, al tiempo, acabarán con el vínculo familiar que motiva la relación y la búsqueda del afecto…Es el mundo al revés, solo que lo es para los terceros, pero no para los que viven en este submundo familiar. Por esta razón, el revés se convierte en el anverso que utilizan para buscar el placebo que se infiere del afecto aplicado al negocio que vehiculiza su vida familiar… Un lío, un drama y una atrocidad que tan sólo entienden los que la llevan, que son muchos más de los que pensamos…