La disyuntiva de optar por ahorrar o invertir es una de las que se presentan con frecuencia a aquellas personas que quieren extraer un mejor rendimiento a su capital económico. Se trata, según los expertos, de una decisión compleja, que por lo general no admite soluciones en un único sentido, y en las que conviene examinar múltiples factores, como el objetivo final, el horizonte temporal y el necesario asesoramiento externo.

"Ambas cosas son no solo compatibles, sino necesarias e incluso imperativas para cualquier perfil de cliente, pues es imprescindible cuantificar el capital necesario de cara a cumplir unos objetivos o expectativas vitales, en lugar de ahorrar o invertir aleatoriamente", subraya José Miguel Maté, vicepresidente de EFPA España, la delegación nacional de la Asociación Europea de Asesoría y Planificación Financiera.

Ante un panorama como el actual, marcado tanto por la diversificación de productos como por la renacida incertidumbre en torno a algunas vertientes de la economía, como el futuro de las pensiones, se impone asumir que "no existe una solución única para todos", como indica David Carrasco, economista y vocal de la Junta de Gobierno del Instituto de Actuarios Españoles, que aboga por revisar las "necesidades concretas" de cada cliente.

A partir de ahí, y a través del consejo de un experto, Carrasco apuesta por tomar una decisión basándose también en el objetivo que se persiga con la fórmula escogida, en los plazos de tiempo que maneje el cliente y, por último, en su mayor o menor inclinación por el riesgo.

Métodos adaptados a cada perfil

Las diferencias entre ahorro e inversión estriban en distintos componentes. Mientras el ahorro, articulado por lo general mediante depósitos a plazo, libretas y cuentas remuneradas, presenta un menor nivel de riesgo, también lo es su rentabilidad. La inversión, por su parte, se formaliza principalmente a través de productos de renta fija (letras, bonos y obligaciones), de renta variable (acciones) y fondos de inversión, e incluye el tener que hacer frente a la posibilidad de no lograr los réditos deseados e incluso perder el capital si no se produce una revalorización del mismo.

Lucía Veiga, experta del comparador de productos financieros iAhorro, define las cualidades básicas de cada una de las dos opciones. "Ahorrar es algo que todos deberíamos hacer, independientemente de los ingresos o la situación económica. El ahorro es muy importante para estar preparados ante imprevistos económicos, como averías en el coche y la casa, y también para asumir grandes gastos como la compra de una vivienda, adquirir un coche o una reforma. Hay varios métodos para hacerlo y es importante dar con el que le funciona a cada perfil".

Uno de esos métodos más recomendados es "apartar un 10% de los ingresos en el momento en el que llegan a la cuenta", de manera que constituyan un punto de partida. Por su parte, la inversión se convierte en una opción a tener en cuenta "para aquellos que tienen ahorros y se pueden permitir prescindir de una cantidad determinada de ellos durante un tiempo", dice Lucía Veiga, que no obstante subraya que también existe el riesgo de "perder" ese capital. Por lo tanto, "la inversión es para aquel dinero que uno se puede permitir perder". "Si bien es cierto que hay muchos tipos de productos de inversión y no todos tienen el mismo grado de riesgo, en la mayoría de los casos a mayor riesgo mayores posibilidades de obtener intereses más altos", resume la analista de iAhorro.

Disciplina y compromiso de ahorro

El tiempo es uno de las circunstancias que condicionan la estrategia de ahorradores o inversionistas. "El factor verdaderamente relevante es preguntarse cuándo vamos a necesitar nuestro dinero y para qué, o sea, cuánto. Así sabiendo qué cantidad se necesitará en cada momento a lo largo de la vida, toda persona debería destinar a su consecución una parte de su dinero -invertir-, que previamente haya sido capaz de ahorrar", indica José Miguel Mate, vicepresidente de EFPA España.

Tanto una figura como otra pueden orientarse a un perfil más conservador o arriesgado. "La recomendación que haría a cualquiera de los dos perfiles es que de antes de cualquier decisión valoren en qué momento van necesitar su dinero y cuánto necesitarán haber acumulado o el necesario", resume Maté.

Más allá de la fórmula elegida, ahorro o inversión, existen unas pautas que conviene tener muy en cuenta. "Hay que pensar en el objetivo que uno se marca y ser consecuente con él, lo que significa comprometerse. Es preferible mantener unos ritmos de ahorro periódico en lugar de hacer una aportación única y jugárnoslo todo en ese momento", explica David Carrasco, del Instituto de Actuarios.

Carrasco llama a evitar un error "frecuente", el de "invertir con el retrovisor". "Cuando algunos productos han funcionado bien en el pasado, la gente invierte en ellos, pero las rentabilidades pasadas no son garantías de éxito, porque las circunstancias cambian", dice el miembro del Instituto de Actuarios, que subraya otro de los riesgos inherentes a la inversión. Un cliente que, por una caída en la rentabilidad, abandona esa inversión y trata de reengancharse después, cuando los precios de entrada se han encarecido.

No obstante, sea cual sea la solución elegida, es importante tener en mente el contexto económico, que en la actualidad está marcado por los bajos tipos de interés. "Es una situación a la que es complicado verle un final en un horizonte cercano. En la actualidad, tanto activos con riesgo como libres de él están dando rentabilidades negativas. Construir un programa de ahorro en el que como mínimo se compense la inflación hace necesario asumir determinados riesgos. No hay soluciones mágicas", concluye David Carrasco.