Lo de ayer fue histórico. Un monstruo con varias cabezas se vino abajo. La de Thomas Cook es posiblemente la mayor quiebra de la historia de la industria turística, el touroperador más antiguo del mundo con 178 años de historia. Las cifras del derrumbe son colosales: 22.000 personas desde ayer en la calle; 200 hoteles y complejos en todo el mundo; una red comercial; una agencia mayorista y una flota de 105 aviones bloqueados tras la declaración de insolvencia.

La firma británica no logró atar los 200 millones de libras necesarios para seguir a flote. Con 1.700 millones de deuda, Thomas Cook llevaba tiempo negociando con su accionista de referencia, el grupo chino Fosun, y los acreedores un rescate multimillonario para volver a ser viable. El Gobierno británico tampoco quiso ofrecer fondos en medio de la incertidumbre actual.

Thomas Cook tenía ayer en todo el mundo 600.000 turistas, desde el Caribe y Asia al Mediterráneo oriental, 150.000 de ellos británicos. Reino Unido prepara ya la mayor repatriación desde la Segunda Guerra Mundial.

La caída del gigante, sin embargo, no deja cicatrices en el sol y playa valenciano, aunque a muchos destinos competidores les causa un agujero en la programación de invierno, impagos y contratos para el año que viene que no se harán.

Mientras cientos de hoteles de Canarias y Baleares venden cada año parte de su capacidad a este grupo, la Costa Blanca decidió hace años relegar su relación con este intermediario en beneficio de Jet2 y TUI, los actuales gestores de paquetes turísticos de referencia.

Solo el 1% de los viajes que la compañía tenía programados a las costas españolas entre mayo y diciembre de este 2019 tenían como destino la Costa Blanca: 13.065 plazas aéreas de entrada, frente a las 494.679 de Canarias o las 355.941 de Baleares, según los datos de la consultora Mabrian Technologies, citados ayer por Hosteltur. Tenerife y Mallorca, dentro de España, y Turquía como competidor extranjero, son los más expuestos.

Según datos de Turisme Comunitat Valenciana, la previsión de plazas aéreas desde ayer hasta marzo de 2020 era de 6.387 plazas, una caída del 42% sobre 2018. Muy poco teniendo en cuenta que, por ejemplo, en 2018 llegaron 2,9 millones de británicos a la C. Valencian. En tiempos pasados, Thomas Cook traía 250.000 turistas al año.

Los hoteleros alicantinos, en realidad, se desvincularon hace tiempo del gigante. En 2018 la touroperadora tuvo una facturación de 8,7 millones de libras en la Costa Blanca, con 15.200 clientes y 60.000 noches de hotel. Para 2019, la previsión era de 10,3 millones.

Pocos hoteles trabajaban ya con este intermediario y, la mayoría, bajo fórmulas de prepago. El 'pufo' para los hoteles afectados no superará el millón, por servicios prestados este verano que, al pagar a 90 ó 120 días, no llegará, apunta el presidente de la patronal Hosbec.

En estos momentos, la operativa de esta compañía con el aeropuerto de l'Altet se limitaba a dos vuelos de ida y vuelta los jueves y los domingos entre Alicante y Manchester, así que ayer no se produjo ningún trastorno. La ruta Alicante-Manchester, además, está cubierta por varias compañías. La Costa Blanca, con una gran capacidad aérea, podría incluso beneficiarse de rebote de turistas que tengan sus vacaciones en el aire.

La Costa Blanca ha alcanzado picos históricos estos últimos años sin Thomas Cook. Hoy son Jet2, seguida de TUI, quienes se han convertido en la gran pasarela de turistas entre Reino Unido y Alicante. Ahora, esos dos gigantes podrán ampliar cuota de mercado. Ayer, TUI se disparó un 7% en la bolsa de Londres, apuntaba un experto.

El colapso de la firma histórica, en todo caso, revela la pérdida de poder de la figura del touroperador en la era del turista digital y del vuelo low cost. Y avisa del peligro de depender de estos intermediarios, que reservan miles de camas y pagan meses después. El 14% de los turistas de sol y playa en la C. Valenciana aún usa esta fórmula.