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¿Prestamistas o usureros?

La falta de regulación y las nuevas tecnologías facilitan la expansión de toda una industria centrada en conceder créditos rápidos para personas en apuros a intereses estratosféricos - Sólo los micropréstamos ya mueven más de 400 millones al año en España

¿Prestamistas o usureros?

¿Estaría usted dispuesto a contratar un crédito con una tasa de interés del 35% mensual, es decir, con un TAE del 3.752%? Pues sólo el año pasado se cerraron en España alrededor de 1,5 millones de operaciones con estas condiciones o unas muy similares, que son las que se corresponden con las que suelen ofrecer las empresas de micropréstamos: unas firmas que generalmente operan por internet y que conceden pequeños importes, de un máximo de 1.000 euros, a devolver en el plazo aproximado de un mes.

Son sólo una de las múltiples patas de la industria que se ha desarrollado en los últimos años alrededor de quienes necesitan dinero rápido para alguna urgencia y están dispuestos a pagar un importante sobreprecio, en ocasiones por estar excluidos de los circuitos financieros tradicionales y, en otras, las menos, por comodidad. Un negocio que, aunque siempre ha existido, ha eclosionado en los últimos años en España, al calor de la crisis, las nuevas tecnologías y, sobre todo, la falta de regulación.

Y es que, como señalan desde el Banco de España, los únicos intereses que están limitados por ley en nuestro país son los que cobran las entidades por los descubiertos en las cuentas corrientes, que no pueden superar cuatro veces el tipo legal del dinero. En el resto de casos, cualquier persona puede realizar un préstamo al interés que decida -al contrario que la captación de depósitos, la concesión de créditos es libre-, siempre que la contraparte acepte.

La única protección que le queda al prestatario es la Ley de Represión de la Usura, aprobada en el año 1908 y que ha servido para que el Tribunal Supremo anule, por ejemplo, contratos de tarjetas de crédito de tipo «revolving» que cobraban un 24,6% anual, al considerarlo excesivo. Pero el problema es que deben ser los juzgados los que determinen caso por caso si un préstamo es o no es usurario, es decir, que hay que presentar una demanda, lo que disuade a la mayoría de quienes recurren a estas fórmulas de financiación y da alas a aquellos que impulsan el negocio.

Desamparo

Abogados especializados como Pedro Pérez, de Pérez Cortés Abogados, o Víctor Cremades, de Adicae, llevan años denunciando esta paradoja y el desamparo en que deja a los consumidores, sin que hasta el momento ni sus quejas ni los de otros muchos hayan sevido para cambiar la legislación. «La ley es muy clara y dice que será nulo todo contrato de préstamo en que se estipule un interés notablemente superior al normal del dinero, lo que encajaría con cualquiera de estos préstamos», insiste Pérez.

De las distintas modalidades de créditos rápidos que existen -hay desde firmas especializadas en financiar a personas incluidas en ficheros de morosos, hasta los que ofrecen préstamos con el coche como prenda-, son las compañías de micropréstamos las que más esfuerzos han realizado por tratar de autorregularse y diferenciarse de los que dan mala imagen al sector. «No nos gusta que nos metan a todos en el mismo saco», asegura el portavoz de la asociación que han creado estas firmas, la Aemip, Ferran Prat. Así, la organización, que según sus propios cálculos agrupa al 80% de las firmas de este tipo, ha redactado un Código de Buenas Prácticas que les obliga a ser transparentes en su publicidad o, por ejemplo, a no permitir que los clientes vayan encadenando préstamos para pagar los anteriores.

Para Prat, son una parte «muy pequeña del mercado» aunque, de acuerdo con su estimaciones, el año pasado ya movieron más de 400 millones de euros. El cliente medio suele ser un varón (60% de los casos), de entre 35 y 45 años, que solicita unos 300 euros «para una necesidad puntual» y que utiliza estos servicios a modo de «anticipo de nómina». Eso sí, quien prueba, suele repetir y la media de préstamos por cliente ronda los 3,5 anuales.

Un 85% de peticiones rechazadas

En cuanto a los elevados intereses que cobran, Prat rechaza que pueda considerarse usureros y señala que no puede compararse con el precio de una hipoteca o de un crédito al consumo al uso porque las condiciones son distintas y también los costes de producción. «Hablamos de préstamos de muy bajo importe y a muy corto plazo, pero todos llevan una serie de gestiones, como la comprobación de solvencia, que se disparan aún más si se tiene en cuenta que el 85% de las solicitudes se deniega, por lo que no generan ningún ingreso», explica el empresario. A ello hay que sumar una tasa de morosidad que ronda el 15% y que también hay que compensar.

Así, aunque acatan la normativa que les obliga a publicitar el TAE, desde el sector se muestran contrarios a que se utilice este indicador. «Es como si al subir al taxi te dijeran el precio de alquilar el coche todo el año, cuando sólo lo vas a usar unos minutos», insiste. Un argumento que suelen incluir las propias compañías en sus paginas web para vencer las reticencias de los clientes y donde apuntan que las citadas tasas del 3.752% se producen porque, para el cálculo de este índice, con cada vencimiento mensual los intereses se suman al principal anterior, lo que ejerce un efecto multiplicador que, a su juicio, no es real porque no se produce.

En cualquier caso, los micropréstamos son sólo una modalidad. En los últimos años también han proliferado las firmas que conceden préstamos para aquellos que han sido incluidos en algún fichero de morosos y que tienen cerradas las puertas de los bancos tradicionales. En algunos casos pueden conseguirse hasta 50.000 euros aunque lo habitual es que estén limitados a 5.000 euros y, eso sí, tampoco es fácil conseguirlos ya que exigen contar con un avalista.

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