Los usuarios de banca que tienen un tipo de interés variable en sus hipotecas están de enhorabuena. Pueden respirar tranquilos un largo período de tiempo, al menos un lustro. Es el tiempo mínimo que los expertos y los inversores esperan que el precio del dinero siga muy bajo, como ahora, que se encuentra en el 0 %.

El pasado septiembre, el presidente de la Asociación Española de la Banca (AEB), José María Roldán, anticipó que la curva de tipos de interés hace prever que los tipos estarán en terreno próximo a negativo durante ocho años. El director adjunto del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), Joaquín Maudos, cree que esos ocho años tal vez sean excesivos y aboga por un período de unos cinco años.

La curva de los tipos de interés es una figura que relaciona el precio del dinero con los plazos de vencimiento de la deuda y expresa las expectativas de los inversores. Maudos explica que la diferencia entre los tipos a corto plazo, por ejemplo tres meses, y los a largo, como los de diez años, "es plana, aunque no negativa", cuando lo normal es que los segundos sean más onerosos que los primeros". Ese es el negocio bancario, captar dinero con bajos rendimientos a corto plazo para dar créditos a largo plazo mucho más caros.

Sean cinco u ocho años, lo cierto es que el euríbor, la principal referencia hipotecaria en los créditos variables, va a seguir mucho tiempo muy bajo o en negativo, de tal forma, como explica Maudos, que, aunque los bancos impongan un diferencial -un porcentaje sobre el tipo de interés-, siempre será mucho más rentable que las hipotecas a tipo de interés fijo, que tienen un interés más elevado pero que es el mismo durante toda la vida del préstamo y, por tanto, este queda cubierto ante posibles subidas del euríbor.

De ahí que el también catedrático de Análisis Económico de la Universitat de València recomiende la contratación de hipotecas a tipos de interés variable en estos momentos. "Hace un año, no, porque esperábamos una subida de tipos para 2019", añade. Sin embargo, las circunstancias macroeconómicas han cambiado para peor, por las incertidumbres internacionales y la desaceleración económica, aneja a la cual se está dando un período de baja inflación -no llega al 1 %- lo que implica que el Banco Central Europeo, que tiene el mandato de situarla en torno al 2 %, no podrá subir los tipos de interés hasta alcanzar esa cuota o una cantidad muy próxima.